La eterna agonía de un porqué sin respuesta...

sábado, 28 de abril de 2012

Incógnitas de descenso

Apareció frente a mí como un ángel, como siempre.
 -No hay nadie más. Me dijo. Y llevaba razón. La verdad es que hacía bastante que nadie irrumpía en mis momentos de soledad y nadie se me venía a la mente cuando pensaba en algo apasionado.
-Es cierto, estamos solos últimamente.
Estaba escuchando una canción cualquiera con mis cascos en una incomoda posición que, por pereza, no cambiaba. -Has estado muy ausente estos días, Príncipe.
-También tú. He estado ocupado... retenido en contra de mi voluntad más bien.
-No te olvides de mi ¿vale? Dijo suavemente mientras me besaba la frente con dulzura.

Sabía que no lo decía en serio, de ella depende la existencia de Príncipe y sin él no le deseo otra cosa a Salom que la muerte. Me resulta tan cómodo hablar de "mí" en tercera persona que ni con ese nombre me siento aludido, me siento tan fuera de mi que empiezo a pensar que en realidad no soy nada. Una masa erte, exenta de forma empiezo a ver mi vida como una ilusión casi vivo más mis sueños que mi vida, la segunda duda que era la que más fácilmente de rechazar me resultaba empieza a crearme mayores dudas incluso que las otras dos, me veo desconcertado me siento en un espacio intermedio entre la realidad y wonderland me pregunto si estaré cayendo por la madriguera y aquí comienza todo...

Hoy me despido

Soy un antes
un durante
un Dante renacido
por esta sociedad escupido
esculpido dentro de cien años
y en mil años, derruido
consumido quedaré
mas el fuego que avivé
no se hallará desvanecido
ese será mi don
el no verme arrugado, mi castigo
mi mente, mi maldición
mi mente, mi único alivio
vida, por siempre, adiós
te viví, hoy me despido