Apareció frente a mí como un ángel, como siempre.
-No hay nadie más. Me dijo. Y llevaba razón. La verdad es que hacía
bastante que nadie irrumpía en mis momentos de soledad y nadie se me venía a la
mente cuando pensaba en algo apasionado.
-Es cierto, estamos solos últimamente.
Estaba escuchando una canción cualquiera con mis cascos en una incomoda
posición que, por pereza, no cambiaba. -Has estado muy ausente estos días,
Príncipe.
-También tú. He estado ocupado... retenido en contra de mi voluntad más
bien.
-No te olvides de mi ¿vale? Dijo suavemente mientras me besaba la frente con
dulzura.
Sabía que no lo decía en serio, de ella depende la existencia de Príncipe y
sin él no le deseo otra cosa a Salom que la muerte. Me resulta tan cómodo
hablar de "mí" en tercera persona que ni con ese nombre me siento aludido, me
siento tan fuera de mi que empiezo a pensar que en realidad no soy nada. Una
masa erte, exenta de forma empiezo a ver mi vida como una ilusión
casi vivo más mis sueños que mi vida, la segunda duda que era la que más
fácilmente de rechazar me resultaba empieza a crearme mayores dudas incluso que
las otras dos, me veo desconcertado me siento en un espacio intermedio entre la
realidad y wonderland me pregunto si estaré cayendo por la madriguera y aquí
comienza todo...
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