Andante, no, errante
caminante y compañera
en esta urbe gigante
caminaba en día cualquiera
Desatendiendo trivialidades
en mis pensamientos me sumía
cuando, por causas del destino
me crucé contigo, Mía
Tu aura detuvo el tiempo
tu mirada, mi respiración
cruce fugaz de pupilas
y vi en ti mi eterno amor
Tus verdes ojos que ame
sin remedio aquel instante
subyugaron a ti mi ser
Diosa entre mil deidades
Primera en mi panteón
mi musa, mi ninfa, mi hada...
solo un cruce de miradas
y cupido partiome en dos
Tu tímida sonrisa
oculta en tus labios granates
belleza tan pronto huida
¡que daría por besarte!
Tu castaño cabello...
toda tú una hermosura
maravilla dejada al viento
comparable al sol y la luna
Luciérnaga en bosque negro
solo un momento y de repente
sentí por vez primera amor
y dejé de temer a la muerte.
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