Escribir con calor es insufrible e insoportable, siempre me lo ha parecido. Esa es la primera razón por la que el mes pasado no escribí nada. La segunda es que nada de lo que he escrito hasta ahora me gusta ni me convence, es cierto que lo nuevo me gusta más que lo viejo -y menos mal-. Pero que una cosa me parezca mejor que otra no la convierte en buena.
Tampoco he escrito porque he pasado unas semanas un tanto extrañas, sin saber exactamente lo que quería, sin saber qué era yo exactamente, y lo peor y más preocupante, sin pensar que ello era un verdadero problema, sin caer demasiado en la cuenta vaya. He estado unos días desaparecido, no de mi blog: del mundo. Mirándome al espejo me parecía encontrarme. Pero qué va.
Sin embargo no todo lo que me ha sucedido estas últimas semanas es malo. Estoy leyendo bastante, lo cual es bueno, pero no sé si con ello me acerco a lo que busco. Supongo que un poco sí.
Porque lo que estoy empezando a pensar es que en realidad nunca he buscado más que fantasmagorias, fuegos fatuos que como un chiquillo curioso he seguido en una noche de verano por un bosque oscuro y esos reflejos de luna tan hermosos, que parecían tan cercanos, me han ido atrayendo como canto de sirena a un lodazal turbio y abyecto del que no puedo salir, y de repente ¡paf! con la fugacidad de un soplido que apaga una vela, mis objetivos se han roto en mil pedazos frente a mis ojos. Mis grandes hitos han caído; mis dioses en sus respectivos ocasos; mi revolución, corrompida; mis ideales y principios, desdeñados... por el príncipe de los necios.
Tengo la sensación de que me paso la vida diciendo "acabo de pasar una mala época". Pero lo cierto es que no, no estoy en una mala época, porque esto a lo que llamo época, es mi vida. Y no se va a corregir como mancha de pintura que con frotando se desvanece es más un tatuaje que se resiste a todas las voluntades -no con esto pretendiendo decir que sea eterno-. Porque ganas se necesitan, pero también un objetivo claro y conciso y es obvio que esto último no lo tengo, ni tampoco soy capaz de encontrarlo.
Me acuerdo cuando de joven quería mi revolución, me exaltaba con palabras grandilocuentes. En aquella época, podía ser muchas cosas, entre ellas ingénuo podría llamárseme, pero hay una cosa muy cierta, tenía ilusión, un motivo que me levantaba por las mañanas, algo que me movía. Y daba sentido a mis actos. Ahora parece que en lo único en lo que estoy interesado es en echar un polvo sin compromiso alguno. Puede que ahora hable con más propiedad y razonar mejor, ver según que cosas con otra perspectiva, pero la evolución no ha sido del todo buena, al menos hasta ahora. Y en todo esto subyace una única cosa, una única cuestión, ¿Qué me mueve? ¿qué estoy resuelto a encontrar?
¿qué quiero? ¿la bohemia? ¿y qué se supone que es? ¿pelagatos del quince en un bar que disfrutan lamiéndose sus heridas y echando sal en las de otros? ¿beber hasta la enfermedad lamentándose de la fatalidad de la vida, de la agonía de saberse débiles y abandonados contra un irremediable y desafortunado destino de incomprensión otorgada por uno mismo? No es eso lo que busco.
¿Quizá un grupo de snobs con camisas de cuadros que conozcan toda la obra de, sí hombre, este escritor que está ahora tan de moda, que tiene una visión radical sobre las bases sobre las que se asienta el concepto primigenio de la literatura intimista franco-sajona-germana-etrusca-jodida de su puta madre que a nadie le importa (alguien, en algún lugar -estoy seguro-, sabe a qué me refiero)? No, gracias aunque igual yo si que me he vuelto algo snob, un snob inculto pero para ser un poser (de postureo. No se como se escribirá) no hace falta saber, por suerte y desgracia.
¿Y qué quiero un grupo de hippies emporrados, barbudos, de pantalones roídos? (esto tal vez sea algo nazi) pero entre ellos no se esconde ninguna mente brillante, ni tan solo se acercan a la idea de intelectualidad, créanme, no hay nada que se pueda sacar de ahí.
De modo que me encuentro colgado de un hilo de tela de araña, creo que estoy empezando a disecarme y también creo que seria buena idea tomar una decisión ¿qué quiero?
Quiero ser actor pero tal vez no lo consiga. Considerar esto no es alejarme de tal propósito, tan solo es alejarme de un posible y vulgar suicidio que por más que me desagrade pensarlo, sí, pasaría del todo desapercibido para la sociedad. A si que vamos a dejarnos de memeces que ya va siendo hora de aterrizar en el planeta tierra. Ni quiero nada del otro mundo, ni soy tan desgraciado como intento aparentar. Me gusta actuar y ojalá consiguiera hacerlo, pero en mis sueños he visto la felicidad dando clase de filosofía y teatro en algún colegio o instituto. También de otras muchas maneras, no hay una sola formula para la felicidad, pero sí una única actitud y esa actitud, pienso acerla mia. Estoy resuelto a dejar de esperar mi tren y empezar a caminar por las vías. Y sea donde sea que vaya a llegar ¡Qué se preparen!
Esta mierda de positividad puede que no case mucho con lo que acostumbro a escribir aquí, no es que piense que todo me va bien, es que creo que parte de mi remodelación como persona que es mi metamorfosis en araña se cuelga del dejar de esconderse y llorar. Ser más realistas, no por ello abandonandonos al sistema (lo cual no seria metamorfosis sino la muerte)
Pues aun no he descubierto que es lo que quiero ahora mismo, no a nivel laboral o estudiantil, sino a nivel personal, pero al menos ahora tengo la resolución para intentar encontrarlo. He decidido que quiero encontrarme a mí mismo.
No deseo salir con ninguna chica ahora mismo porque no tengo nada que ofrecerle. Ahora mismo yo soy un compendio de cosas mal ordenadas, como un cúmulo de actitudes y aptitudes aleatoriamente reunidas en un mismo ser que no es capaz de saber que es lo que se esconde bajo su piel. Siento que cada libro que leo, cada canción que escucho cambia por completo mi actitud y forma de estar, esto en arte se debe a mi impulso interpretativo de ser siempre el personaje que en un momento determinado cruza mi mente nada determinada.
Y así está el panorama. Debo aprender a volcarme en cosas y no pasarme la vida consumido por cosas triviales, si no tengo una relación ni nadie con quien la quiera, eso que me llevo, a veces parezco algo estúpido. No hago más que escupir en la cara de todo lo bueno que me pasa. Tengo todo en la palma de mi mano, a si que Guillermo, de una vez y por todas, aprende a cerrarla con fuerza y despréndete de una vez de todo tu lastre, que si bien una parte es irremediable, con la otra bien puedes cortar ya mismo.
Me he dado cuenta últimamente de varias cosas, pero sobre todo una es especialmente importante. No importa en absoluto lo que eres, sino quién eres, y hay una sutil pero fundamental diferencia en estos dos aspectos. A quien coño le importa que seas manco si tienes la capacidad de escribir el quijote, a quién le importa que seas el amante de una prostituta si puedes escribir los versos de Baudelaire. Debemos exhibir lo que somos y sentirnos orgullosos, por quien somos, porque la estatura nos la dan, pero el tamaño, lo elegimos nosotros.
lo que vendrá a continuación no sé lo que será, pero la autentica pregunta es. ¿Lo quiero saber?
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