La eterna agonía de un porqué sin respuesta...

jueves, 16 de octubre de 2014

Mis venas devanadas


Me quiero poquito y sin amor. Me quiero como quien quiere a un pez que tiene de mascota. Me quiero por conveniencia, pero sin nada de vocación. Me quiero en una semifusa confusa de mi razón. Me medio-semi-quiero un pequeño mini-infra-montón. Me quiero porque... ¿por qué no? Me quiero lo que quiero. Me quiero porque de algo hay que morir. Me quiero y me engaño. Me quiero pero me despisto. Me quiero desprovisto de medios para tal fin. Mi quiero es un sin vivir. Me quiero y lo reprimo. Mi vida seguiría aunque nadie la quisiera pero me quiero porque todos necesitan a alguien que les quiera. Me quiero porque no quiero ser un adolescente enfadado. Me quiero porque no quiero ser viejo agotado. No estoy en posición de negociar conmigo mismo, por eso opto por quererme. Me quiero para tenerme satisfecho y no tener que atenderme. Mi amor es papel mojado. Me quiero como mecánica de grupo pero sin grupo y sin mecánica. Me quiero como aperitivo. Me quiero de mi mismo más bien lejos. Me quiero complejísimo. Mi autoestima es un rompecabezas viejo que resuelvo y revuelvo y faltan piezas y no las busco. Mi amor por mí es ajeno a mis sentimientos profundos. Mi amor es yermo lamento y enfermizo desencuentro. Me amo como se quiere a un arma de fuego, me tengo y temo y espero no tener que disparar(me). Mi auto-quiero es un cigarrillo que se prende fuego y en mi última calada recuerdo que es mi veneno fatal... pero ya todo me es igual, no tengo remedio. Me quiero sin ansia. Me quiero por figurar. Me quiero como es feliz un durmiente, de forma aparente. Me quiero por indecente. Me quiero como Edipo se quiere invidente. Me quiero, me odio y me vuelvo a querer, débil reincidente. Me quiero sin voluntad ni fe. Me quiero sin saber que hacer al respecto. Mi amor por mí está de paso, ocasionalemente se irá y nadie en mí le echará de menos. Me quiero como morder mortal manzana. Me quiero como cucaracha kafkiana. Me quiero como un lavado estomacal un borracho. Me quiero en silencio y en reducido espacio. Me quiero despacio. Me quiero como en sueños. Mi "quiero" está levitando. Me quiero en un silencio de redonda en compás de cuatro tiempos. Me quiero como poeta aprecia su gremio. Me quiero como lobo a cazador o cazador a lobo, lo he olvidado. Me quiero como infierno que soy. Me quiero ensimismado frente a un abismo. Me quiero a tientas y en tinieblas. Me quiero como araña, colgado de una ventana. Me quiero en mi final. Me quiero sin motivo. Me quiero porque sí, quererme como fin ¡Me quiero algo por fin! aunque sólo sea un error. Me quiero en ruso y en chino mandarín. Me quiero sin perdón. Me quiero como tormenta de verano. Mi amor es un quiero cansado. Me quiero interesado. Me quiero siempre... egoístamente y mal. Me quiero a ciento veinte y, como de repente, entonces ¡frenar!. Me quiero abatido. Me quiero en un dormir eterno sin sueño de por medio. Me quiero como dos humanos que no se entienden. Me quiero como pegamento adherente de mi voluntad y persona. Me quiero con mi corazón derecho. Me quiero con una valla en medio de mi mismo. Me quiero con amor deshecho. Me quiero con amor carente. Me quiero fatalmente. Me quiero sin convencimiento. Me quiero porque ni a mí me sé decir que no. Me quiero poco de hecho... me quiero y mi amor por mi es lo que mi mente menos comprende, ¿estima de sí? No. Mi quiero solo se mantiene en mi temor a la muerte.

viernes, 10 de octubre de 2014

Mi país de la lluvia

Él siempre sonreía bajo la lluvia
la lluvia de un país en el cual siempre llovía
amo la lluvia, su descenso
su pureza, su agua fría
sonrío. Por él, sonríe mi alma tibia

Joyas de cristal, cada gota que caía
el fue cristalina luz
luz que todo lo encendía
En la noche más terrible, era abrazo y compañía
Toda luz y calor en las noches de tormenta
tal era su aura y maravilla

Lluvias, meses se sucedían
junto con mi tristeza y pesadillas
ver ahora que no está
no verle es igual a perder el mirar
la vista y las ganas de volverla a disfrutar

La lluvia es, decía, el lamento del cielo
que ocasionalmente cesa y se queda durmiendo
en un mar de nubes en las que aun
se esconden promesas de seguir lloviendo
No ver el sol. Ni querer verlo
Mi país de las lluvias siempre está sufriendo

Convertirse ya en un adiós, pluma de paloma
que se esfuma y escapa y moja el suelo
ser humano derrotado atacado por fantasmas
ser extraño y que tu gente
no conozca tu mirada

ser charco y reflejo de tu esperanza
de dejar de seguir sufriendo
seguir atrapado en el anhelo
de poder ver esa sonrisa
posada en la tierra blanda
soñar noche tranquila
escapar de aquesta nada
poder levantar barbilla
y a la lluvia aguantar mirada
ser feliz en la derrota
de una vida atormentada
Ver la lluvia como un fuego
que desde fuera abrasa el alma
y te dice, yo también lloro
sólo yo logro entenderte
llora, alma, llora
que en el llanto mio estás presente
llora, alma, llora
ahora que nadie puede verte


martes, 7 de octubre de 2014

Gente a la que simplemente admiras

Me gusta mi profesor de inglés. Es una de esas personas que, a diferencia de todos, no intenta apartar ser perfecto o mostrar su mejor lado. Es una de estas perfectas caricaturas de sí mismo. Con su modo de ser cualquiera podría decir que se burla de sí mismo y que todo aquello que se encuentra de imperfecto, le parece sumamente divertido. Una persona sin pelos en la legua, dispuesta para nada salvo para lo que le interesa ¿Es a veces un poco idiota? Pues sí, pero no más que tú, y el al menos tienen el valor de plantarse delante tuyo y hacer el idiota. Un cínico muy divertido, mi profesor. Como lo adoro. Antes de acabar con él conseguiré que se convierta en mi mentor.