Me quiero poquito y sin amor. Me quiero como quien quiere a un pez que tiene de mascota. Me quiero por conveniencia, pero sin nada de vocación. Me quiero en una semifusa confusa de mi razón. Me medio-semi-quiero un pequeño mini-infra-montón. Me quiero porque... ¿por qué no? Me quiero lo que quiero. Me quiero porque de algo hay que morir. Me quiero y me engaño. Me quiero pero me despisto. Me quiero desprovisto de medios para tal fin. Mi quiero es un sin vivir. Me quiero y lo reprimo. Mi vida seguiría aunque nadie la quisiera pero me quiero porque todos necesitan a alguien que les quiera. Me quiero porque no quiero ser un adolescente enfadado. Me quiero porque no quiero ser viejo agotado. No estoy en posición de negociar conmigo mismo, por eso opto por quererme. Me quiero para tenerme satisfecho y no tener que atenderme. Mi amor es papel mojado. Me quiero como mecánica de grupo pero sin grupo y sin mecánica. Me quiero como aperitivo. Me quiero de mi mismo más bien lejos. Me quiero complejísimo. Mi autoestima es un rompecabezas viejo que resuelvo y revuelvo y faltan piezas y no las busco. Mi amor por mí es ajeno a mis sentimientos profundos. Mi amor es yermo lamento y enfermizo desencuentro. Me amo como se quiere a un arma de fuego, me tengo y temo y espero no tener que disparar(me). Mi auto-quiero es un cigarrillo que se prende fuego y en mi última calada recuerdo que es mi veneno fatal... pero ya todo me es igual, no tengo remedio. Me quiero sin ansia. Me quiero por figurar. Me quiero como es feliz un durmiente, de forma aparente. Me quiero por indecente. Me quiero como Edipo se quiere invidente. Me quiero, me odio y me vuelvo a querer, débil reincidente. Me quiero sin voluntad ni fe. Me quiero sin saber que hacer al respecto. Mi amor por mí está de paso, ocasionalemente se irá y nadie en mí le echará de menos. Me quiero como morder mortal manzana. Me quiero como cucaracha kafkiana. Me quiero como un lavado estomacal un borracho. Me quiero en silencio y en reducido espacio. Me quiero despacio. Me quiero como en sueños. Mi "quiero" está levitando. Me quiero en un silencio de redonda en compás de cuatro tiempos. Me quiero como poeta aprecia su gremio. Me quiero como lobo a cazador o cazador a lobo, lo he olvidado. Me quiero como infierno que soy. Me quiero ensimismado frente a un abismo. Me quiero a tientas y en tinieblas. Me quiero como araña, colgado de una ventana. Me quiero en mi final. Me quiero sin motivo. Me quiero porque sí, quererme como fin ¡Me quiero algo por fin! aunque sólo sea un error. Me quiero en ruso y en chino mandarín. Me quiero sin perdón. Me quiero como tormenta de verano. Mi amor es un quiero cansado. Me quiero interesado. Me quiero siempre... egoístamente y mal. Me quiero a ciento veinte y, como de repente, entonces ¡frenar!. Me quiero abatido. Me quiero en un dormir eterno sin sueño de por medio. Me quiero como dos humanos que no se entienden. Me quiero como pegamento adherente de mi voluntad y persona. Me quiero con mi corazón derecho. Me quiero con una valla en medio de mi mismo. Me quiero con amor deshecho. Me quiero con amor carente. Me quiero fatalmente. Me quiero sin convencimiento. Me quiero porque ni a mí me sé decir que no. Me quiero poco de hecho... me quiero y mi amor por mi es lo que mi mente menos comprende, ¿estima de sí? No. Mi quiero solo se mantiene en mi temor a la muerte.

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