Si la tristeza es pasajera
maldita coincidencia
pues mas bien pareciera
que soy yo su residencia
Y la alegría me intimida
o me mira con sutileza
está ahí y no se arrima
ni que obra de arte fuera
Mis falacias deliciosas
mis verdades bien guardadas
mis recuerdos y dedicatorias
todo cajas desordenadas
que se alteran y se aterran
cuando ven que me he olvidado
de que yo mismo soy un príncipe
que se pierde al otro lado
Lamento si te he fallado
nada en mi dura lo eterno
y cuanto más me agarro obstinado
mas sufro su marcha luego
e ahí de donde vengo
y pese que esté acabado
soy un maldito perro
tal vez enamorado
del tranquilo cierzo
de mi invisible abano
¡Bien! vuelvo a escribir la poesía
ridícula y poco elocuente de la que nunca me debí separar.
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