Hoy es 7 de Diciembre. La melancolía inunda mi corazón como un torrente imparable de sentimientos de tristeza y alegría entremezclados indiscernibles. Me siento calmado y en paz. Reconciliado a medias con un pasado que esfuerzo en recordar con ternura. Creo que jamás he sentido esta felicidad. Creo que nunca he sido tan consciente de lo que implica tener los veintiún años que tengo. Me sorprende lo mucho que aun me queda por aprender y descubrir de mí mismo, es fantástico. Creo que aun me queda un largo camino por delante como para pasarme el día mirando hacia atrás como un viejo al que sólo le espera la muerte. Me siento un poco idiota pero creo que es mejor así, creo que seguiré sonriendo pase lo que pase, porque ya solo me espera el futuro. Creo que poco a poco soy capaz de liberarme de las cadenas de un pasado remoto que inconscientemente me juzgaba, me retrasaba, me impedía avanzar. No me arriesgaría a decir que ya no me detienen en absoluto, sólo que cada vez las siento más ligeras. Cada vez me siento menos triste por haber dejado de ser niño. Es curioso cuando era más pequeño odiaba que me llamaran niño. Supongo que porque quería creerme una persona madura y todo eso pero supongo que dentro de mí había una esquirla de profunda rabia. Mi niñez me fue arrebatada, se me quitó como un golpe de viento quita un sombrero. Recuerdo perfectamente ese momento a si que no me llames niño, no tienes ni idea de cuando se terminó mi infancia, yo sí, yo lo recuerdo muy bien. Acabó prematuramente, como todas las infancias de este mundo, porque los adultos son así no pueden soportar que un niño sea niño mucho tiempo, en seguida le tienen que meter en clases particulares de inglés o de piano y deja de ir al parque. Le compran ropa cara y deja de poder mancharse. Deja de poder mezclar la coca-cola con la fanta en los cumpleaños y deja de tener edad para dormir en la cama de los padres. Después no quieren que se drogen ni que los vean como enemigos... Patético. Mis padres por suerte no me quitaron mi infancia, fue menos cruel, a mi me la quitaron los padres de mis amigos, los programas de televisión que veían mis amigos. Ellos hacían aquello que se esperaba de ellos y eran que se volviesen niños mayores, que en vez de jugar a juegos de niños jugasen al juego de los adultos, un juego más aburrido y absurdo, un juego para el que no estaba preparado. Casi no recuerdo cosas de mi infancia, es bastante decepcionante. Pero fui un niño muy feliz, de esos que se toman la licencia de ser un despiste. Perdía de todo, chaquetas, aparatos de los dientes... ¡De todo! No sé porqué hablo de mi infancia. Nunca lo he hecho. No aquí al menos. ¿con alguien he hablado de estas cosas? No lo sé, supongo que sí, en algún momento. No sé porqué divago tanto.
El caso es que el primer abrigo me lo puse sobre el 20 de noviembre o una cosa así. Pero no encontraba mucho la motivación que me trajera aquí. Estoy acabando la carrera y casi me parece no haberla empezado. ¿Realmente se más cosas que antes? ¿estoy más preparado ahora que antes? ¿preparado para qué? De verdad que no tengo ni idea de nada. Supongo que tendré que ir perdido un poco más hasta que encuentre el camino correcto, de momento, dará igual cual tome. Sí, lo importante es no quedarse quieto.
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