Me gustó desde que descubrí que era una de esas mujeres, lo suficientemente inteligentes como para no creer en el amor ¿por qué? quién sabe... las cosas pasan sin un motivo concreto. Somos nosotros quienes al cabo de los años queremos encontrar relaciones entre los acontecimientos pero son solo excusas para consolarnos, es falso. Las cosas pasan y pasan. Y ya. Sin poesía. Sin banda sonora que acompañe. No sentí mariposas ni nada de eso. Ni me quedé con cara de lelo, ni se me ocurrió ninguna vomitiva frase como que descubrí que era el amor de mi vida. Fue mucho más simple. Nació como se forman las crisálidas de aire. Me gustaba, sentí que quería besarla y tocarle la mano y el pelo. Quedarme mirándola fijamente sin que aquello fuera raro. Si el amor era algo real, yo quería enamorarme de ella. No era posesivo ni era intenso. La amaba con el grito que desprende las guturales tripas de una ballena varada. La quería sin más. Ella era un nomeolvides, era todas las cosas tiernas, de pronto. Y otra pregunta nació ¿por qué no iba a gustarme? ¡qué más da! pensé. Me han gustado chicas de tantos tipos distintos, de tantos lugares diferentes. Con ninguna he llegado a ser correspondido quizá, es cierto a sí que qué más dará, ella será una chica más que me guste y a la que yo no guste, no es algo con lo que no esté familiarizado. Me gusta como me gusta el café con leche por las mañanas. Como la lluvia. Como Baudelaire. Como la musicalidad de la palabra "líquido". Pero ella era una de esas mujeres, creo. Una de esas mujeres que no necesitan a hombres a su lado, creo. En fin, qué más dará. Tantas y tantas, y uno nunca aprende. Pero no me pienso disculpar por vivir en esta juventud. Es todo lo que tengo. Tanto como soy. Joven ¡qué le voy a hacer! no soy sino joven, y en mi habla el espíritu de la juventud. Y, a ese espíritu, parece ser que le va ese masoquismo llamado deseo. Dicen que al fin y al cabo todos somos correspondidos algún día. Yo no me lo creo. La correspondencia no existe, tan solo la conformidad después de muchos desplantes. Después de mucho esperar uno dice: ¡Qué puñetas! y se equivocan, oh Dios, ya lo creo que lo hacen. Pero a lo que vamos, esta no es una disertación sobre el matrimonio, el tema es que ella me gusta.
Me gusta con la naturalidad con la que hablo el castellano. Me gusta lo simple que es quererla, me gusta, y este gusto es casi infinito, No sé que más decir.
Will there ever be a nice single thing of mine to tell sometime?
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