Mañana lloverá en mi conciencia
soy capaz de ver los nubarrones provenientes de la borrasca del sueño
Un niño está sentado en medio del cráter que ha creado la erupción del obús mi resentimiento
todo empolvado como un niño sirio
me mira, curiosea entre las piedras, murmura, medita
cuando le entra sueño se recuesta y de sus tripas brota, a través de sus orificios nasales
la acuarela oscura, que forma los menatados nubarrones
Si lo ve algún albatros, a veces, se detiene
comparte con él un gusano y conversan
El cemento nacido de mi autocomplacencia baña sus pies descalzos
Siento que uno solo de tus inocentes comentarios podría acaso hacerlo sonreír de nuevo
removería mis tripas. Tengo tanta fe en mi debilidad que seguramente vomitara
me temblaría la garganta y volvería a no estar tan enamorado de ti. Pero un poco sí.
Volvería a ser extraño
Voleverán las oscuras golondrinas. Qué tontería.
Coges probablemente tu teléfono, salida de la ducha, y aun distraída leyéndote las pecas
ves mi avatar junto a mi nombre y pasas de largo.
Quizás tus ojos se iluminen en una fracción de segundo
quizá sueñe demasiado.
Desengañate.
El niño se pone su recurrente máscara y vaga por el paraje desolado de Ninguna Parte
sé que es egoista pero yo también quiero sentirme echado de menos
vuelvo a sentirlos, sentirme, yo, pues; lejos.
Mi ser vuelve a frecuentar la taberna ruinosa de los presentes invisibles. De los futuros imposibles
Mi mente vuelve a irse
Me quedo con una cerveza que se acaba, y canciones que sugieren el frio.
Parajes lejanos donde ser sombra de un deseo fragmentado
Para variar, no tengo mucho más que contar.
Farewell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario