La eterna agonía de un porqué sin respuesta...

viernes, 30 de noviembre de 2012

La espiral del sueño

Hace tanto que no sueño
que ya todo es fantasía
 esperanzas y recuerdos
 se funden en pluma y tinta

Dramático incompleto
el olvido ya olvidado
le tiende la mano a lo eterno
con su poesía a la otra mano

un viajero a su tren espera
un tren que nunca debiera existir
confuso desespera en tierra
 ni yo mismo se donde ir

Y dejé mis partituras
como testigos de la existencia
de este príncipe sin princesa
con tal herida sin cura

Y sí, fue culpa mía
por mi negligencia barata
dejé escapar lo que sentía
y justifiqué a quien hoy me mata

Mi marcha será fugaz
entre vespertinas melodías
Y el camino del azar
ya brindará melancolías

yo nací para la belleza
para el drama en mi poesía
Y en el fondo de mi alma 
Psique yace junto a Mía


lunes, 26 de noviembre de 2012

Sinceridad.

Arrastrando los calcetines sobre los tablones de madera. Deslizó la puerta a un lado y se arrodilló con la vista al frente y actitud calmada, tanto que en sus ojos no se veía ni un atisbo de la preocupación que, en verdad, sentía. Cogió su katana y la apoyó en el suelo junto a él.
Poco después llegó su padre y se arrodilló junto a él. Era ya una persona mayor aunque la edad lo había tratado bien. Tenía las facciones marcadas y un torso fuerte con grandes músculos.
Dejó caer un largo soplido al apoyar sobre sus rodillas su peso. Cogió su katana y la apoyo en el suelo junto a él.
El atardecer teñía de colores cálidos el cielo. Las flores de cerezo volaban con la brisa crepuscular. Su padre le arreglo el hombro izquierdo del kimono, que por costumbre llevaba sin cubrir. Era zurdo y mejoraba en el kendo si no llevaba vestido ese brazo.
Sabía bien que de un momento a otro el señor Sayuki aparecería junto con su hija en la habitación, y de este modo pasó unos instantes después.
Ella llevaba un kimono con estampados rosas y violetas. El mismo con el que había visto vestida a la señora Sayuki cuando apenas necesitaba dos manos para contar su edad, había pasado tanto desde entonces, habían crecido tanto, él y ella. Le parecía una completa extraña, sin embargo aun veía en su rostro a la niña que jugaba con él de niño.

Acabada la reunión de concierto matrimonial, él se dirigió a su cuarto, llamó un par de veces y entró. Estaba arrodillada, de espaldas a él, contemplando la puesta de sol. Él recorrió la habitación y se apoyo junto a la puerta abierta que daba al patio.
-¿Sigues quitándote la manga izquierda cuando entrenas? preguntó ella.
Él afirmó y la habitación quedó en silencio. -¿De verdad no tienes nada que decir a esto? conozco bien tu posición, tu lealtad y obediencia a tu padre son admirables, mas quisiera que...
Ella sonreía, y un par de lágrimas le brotaban de los ojos. -Está bien. Le interrumpió.
-No me amas no intentes negarlo, no quiero hacer de ti una desdichada.
-¿Acaso me amas tú?
-Bueno jamás he tenido una relación tan cercana con una mujer como la que tuve contigo de niños, no sé siquiera si alcanzo a comprender lo que es.
-Estará bien. Dijo mientras se levantaba y se acercaba a su lado. Te preocupas por mi felicidad eso dice ya mucho de los buenos sentimientos que tienes hacia mi. Yo fui educada para aprender a amar después del matrimonio. Sabré cuidar de ti. Le cogió de la mano. Y tú sabrás cuidar de mi.
-¿Eres del todo sincera?
-Yo tampoco quiero convertir nuestras vidas en un teatro. Sí soy sincera.

Y el ocaso se cernió sobre el abrazo


domingo, 25 de noviembre de 2012

La parte que nos toca

Podría haberlo logrado
haberte elevado a la más alta de las alturas
Podría haberte hecho morir
al recitarte mi obra más pura

Podría haberte amado
como jamás se ha amado a ninguna...
podría haberte ofrecido todo
el sol, las estrellas, la luna....

Podría ahora ser alguien
una amante con locura
pero me convertí en polvo y nadie
comprende el dolor sin sutura

Podrías ser mi princesa
y habitar las tierras de la dulzura
podría sepultar tu dolor con certeza
si tu compañía
no fuera ficción en mis partituras

Por eso te pido
como favor último de mi persona
reina allá donde estés
como quieras, se caprichosa
cuida de tu bienestar
y ante nadie os dobleguéis

Se princesa y se testigo,
de que allá donde tú reines,
yo, reinaré contigo.




miércoles, 21 de noviembre de 2012

Noctámbula.

Le tendió la mano mientras con la otra acompañaba el movimiento de arquear la espalda.
Llevaba un sombrero de copa, frac, guantes y bastón con remates en marfil. ¿De donde sacará el dinero para esas extravagancias tan bizarras? se preguntaba.
La música invadía cada una de las esquinas del local, vacío, las sillas estaban sobre las mesas, y éstas dispuestas de manera que dejaban un espacio central suficientemente grande para el baile.
Finalmente acepto su mano con gentileza y bailaron, al principio con interpretada elegancia burguesa, mas tarde acabaron abrazados el uno al otro.
-Alice. Oyó que le decía al oído. Cuando el invierno acabe, casémonos.

Ella sonrió y hundió su cabeza en su hombro mientras la movía en gesto afirmativo. Y aquella noche, entre sábanas blancas, con el resguardo de la lluvia que azotaba las calles tras la ventana, engendraron su primer hijo.

La guerra de toda pluma

¿Y si todo fuera uno?
Y fuera yo ese algo aparte
Quizás fue la inspiración
Quien atrajo tal desastre

Y empecé a odiarte
Por amarte y corresponderme
Eres tan inalcanzable
Cono rozarte, como tenerte,
Mas Mía eres.
Mía reina de las picas de mi corazón
El diamante de este príncipe
El trébol de cuatro hojas
Que dulces desgracias
Provocas sin intención
Y creí que te perdía
Entre los pétalos de la flor
Pero sentí que me mecías
Como mecen rayos de sol
Sentí que desfallecía
Pero tu beso asonante
Me rescató
Del asqueroso fango
Que envuelve este fangal
Al que ponen por nación
y nació.
Y ¿quién lo diría?
Que entre alquimias y hormigón
Surgió lo hace años olvidado
El amor al ser superior.

Lo Idílico venció
En su batalla contra el olvido
Este príncipe lo rescató
Mas vive en mundo frío
Exento de sentimiento
O atisbo de comprensión
Y vaga destronado
Buscando una legión
Que demuestre que la belleza
Alguna vez, existió.


jueves, 15 de noviembre de 2012

El estridente grito de Loca Estrella

Cor y sazón
y amar sin razón
y tremendo dolor
mas esto es lo que quiero
esto es lo que ampara el cielo
y yo como representante absurdo de una conciencia aun más absurda proclamo mi
(potestad a decir:
¡He muerto!

¡Mas! no llores Claudinita
Max, te maldigo
muerte digna tuviste
Y te olvidase de tu hijo
y vivo, no se da muerte
¿Por qué? no sé
nunca lo dijo
y se deshizo
de los folios de su padre
y entre manchas de sangre
de tinta y de vino
escribe el legado del pobre infeliz.

Borracho despacho
las horas de sueño
y temo por el despertar
mientras tanto
todo es soñar
y reir y fingir que nada despertará jamás.
¡Mas! falso es
y has de saber
-si es que existe verdad-
que el deber solo es soñar
y Calderón era otro loco
de los pocos
que hacían hermoso
lo ocioso de la realidad
pues la cantidad
no es la viva felicidad
es la ceniza
que calcina la sublimidad
y la belleza pierde en su batalla
y yo en mitad
sin saber si he de luchar
o pasarme a la cazalla




martes, 13 de noviembre de 2012

Heart.

Ebrio sin sentido
Sobrio de razón
Mi corazón perdido
debe rondar,
culpable de traición

Jamás velaste por mí
Nunca hubo de ti 
por mí compasión
Tu falla no ha sido otra
que caer preso de mi perdición

Has hecho de mi un paria
triste viajero de la soledad
Era príncipe y me destronase
eres hijo ilegítimo de mi bienestar
y todo ¿por qué sucio diamante?

La sociedad ahora me es lejana
me alejó mi amor por la beldad
suprema de su dulzura
no te culpo corazón
por rendirte ante ser tal 

Ahora todos callan
y no siento el tiempo pasar
mi vida es un abismo
oscuro, y por allí mismo
mi corazón debe rondar

Idílica risueña

Quizás no supe ver
Quizás no osé reír
Quizás, prendido del color
mordí el labio carmín

Pero, aquel instante,
entre blancos verdes que se arremolinaban
en el suelo, bajo tu cuerpo,
el momento fue nuestro,
y el firmamento lo afirmaba

Y olvide yo mi cordura,
apropósito para volver otro día,
pero te fuiste, y yo, pobre criatura
aguarde fuera de por vida
esperando a aquella diosa
con alas sabor amargura
con labios sabor a nata
con aroma olor ternura
con ojos color a plata

Pues no vio el cielo obra tan pura
no supo el sabio de su belleza
y es que solo ella podía
hacer romper al pintor su paleta,
hacerle decir: desisto,
entre gritos de amor y locura
pues cualquier pretensión de belleza
con su existencia
es un insulto a las alturas.


domingo, 11 de noviembre de 2012

Mordió la fresa

Debía tener los ojos volados, pues no pareció notar mi presencia. La observaba desde un extremo de la sala, y ella a su vez, las transeúntes calles mojadas casi tumbada en el sofá. En su mano derecha sostenía un bol blanco con fresas y en el centro una cucharada de nata montada; en la izquierda tenía un fa sostenido, que más tarde se hizo la y luego re....
Se tumbó por completo en el sofá. Do, sol, fa. Apoyó el tazón en el suelo. Do. Y cogió una fresa manchada de blanco.
Me sorprendió cuando me dirigió la palabra sin llegar a mirarme. -¡que intenso y apasionado beso el de la fresa y que dulce y tierno el de la nata! Cuan divergentes y unísonos al mismo tiempo. Re, si, sol...
Y entonces, mordió la fresa. Fa sostenido.

domingo, 4 de noviembre de 2012

El orgullo de Eros

Jamás vio el cielo algo tan hermoso.
Cuentan que el viento llora desde entonces al recordar lo que vio pasar ante sus invisibles ojos.
Y es que un amor como el suyo superaba todo sentido de la mesura.

Era perezoso, algo tosco a veces pero nunca había visto unos ojos que la miraran con tanta dulzura como los suyos. Y es que era un estúpido, lo odiaba con toda su alma, lo odiaba y chillaba y se desesperaba hasta el llanto sobre su cama, porque lo amaba, más de lo que se le ha permitido amar a un mortal. ¿por qué sollozaba entre las sábanas? ¿Por qué esa mirada, esa sonrisa, esos comentarios que la hacían temblar sobre sus piernas, esa actitud...? No le soportaba, porque le amaba en demasía, como quien come dulces deliciosos se atraganta por llenarse demasiado la boca. El mero roce, no ya de su cuerpo, la ropa incluso provocaba el rubor de sus mejillas. Era paciente y romántico, por ella habría atravesado las puertas del averno, y haber sido capaz de volver. Por ella. Y eso le encantaba, le encantaba sentirse tan amada. Era sensible, sus abrazos cálidos y protectores, y sus labios... ella solo se sentía viva cuando coincidían con los suyos. Era engreído, algo misterioso, pero no lejano. Sin duda si existía un paraíso, éste tenía la fragancia de su bufanda. Y a solas, su corazón se derretía y se dejaba cautivar por su mirada, sus brazos, su aroma, la textura de su piel... Era tan mágico, se sentía volar, flotar sobre una nube, y aun así... era tan presuntuoso, la hacia enfadar con suma facilidad, y al instante, su interior ya estaba implorando por uno de sus besos. La trataba como una princesa, elevaba su corazón hasta el más lejano de los infinitos, Sus labios eran el recipiente de esa esencia que genera toda belleza. Sabía que tras un milenio dejándose amar por él, pediría, suplicaría por un milenio más.

Era algo presumida, impaciente, algo torpe y escandalosa. Sobre todo ruidosa, pero era su chica, no podía vivir sin ver su sonrisa, y sus ojos, sus gestos, su aura, sus manías. Era tan adorable, tan pequeña y delicada, pero a la vez tan fuerte y decidida. Le encantaba cuando se ruborizaba... era tan tierna... y cuando, por divertirse, la hacía enfadar... se mostraba tan engreída, con esa mirada de odio, y de amor, tan fogosa con sus pómulos hinchados. Esa energía en forma de mujer, tan bella, distraída y risueña. Era realmente molesta, siempre irrumpía en su descanso y desordenaba toda su paz interior causando un gran alboroto, y se sentía verdaderamente molesto porque el amor que sentía le inquietaba, le ocupaba las horas en su totalidad, se sentía incapaz de pensar en algo que no fuera su rostro, su sonrisa. Tan perfecta que no debía ser humana, el cosmos había creado la representación de todo lo hermoso y lo había enviado a que le amase. Adoraba cuando le miraba a los ojos, adoraba sus besos, tan suaves y delicados, tan tibios y llenos del inconfundible sabor a mujer enamorada. Se pasaba los segundos maldiciendo los centímetros de distancia entre ella y él, era todo cuanto amaba, era su sol, su luna, la fuente de su existencia, la razón de su ser. Su pelo era corto y blanco, siempre resplandeciente y con un aroma juvenil, le encantaba acariciarlo, sentirla cerca suyo. No le cabía duda, había nacido con el propósito de protegerla y amarla hasta el final de sus días. Le encantaba su espontaneidad y vitalidad, la forma en la que lo miraba a escondidas, la forma en la que clavaba sus ojos en los suyos, el tacto de su mano con la suya, la sutilidad de sus movimientos. Jamás se cansaría de decirle cuanto la amaba y cuanto la pensaba seguir amando.

Cuentan que Eros jamás se sintió tan orgulloso de una de sus obras.