Quizás no supe ver
Quizás no osé reír
Quizás, prendido del color
mordí el labio carmín
Pero, aquel instante,
entre blancos verdes que se arremolinaban
en el suelo, bajo tu cuerpo,
el momento fue nuestro,
y el firmamento lo afirmaba
Y olvide yo mi cordura,
apropósito para volver otro día,
pero te fuiste, y yo, pobre criatura
aguarde fuera de por vida
esperando a aquella diosa
con alas sabor amargura
con labios sabor a nata
con aroma olor ternura
con ojos color a plata
Pues no vio el cielo obra tan pura
no supo el sabio de su belleza
y es que solo ella podía
hacer romper al pintor su paleta,
hacer romper al pintor su paleta,
hacerle decir: desisto,
entre gritos de amor y locura
entre gritos de amor y locura
pues cualquier pretensión de belleza
con su existencia
es un insulto a las alturas.
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