La eterna agonía de un porqué sin respuesta...

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Noctámbula.

Le tendió la mano mientras con la otra acompañaba el movimiento de arquear la espalda.
Llevaba un sombrero de copa, frac, guantes y bastón con remates en marfil. ¿De donde sacará el dinero para esas extravagancias tan bizarras? se preguntaba.
La música invadía cada una de las esquinas del local, vacío, las sillas estaban sobre las mesas, y éstas dispuestas de manera que dejaban un espacio central suficientemente grande para el baile.
Finalmente acepto su mano con gentileza y bailaron, al principio con interpretada elegancia burguesa, mas tarde acabaron abrazados el uno al otro.
-Alice. Oyó que le decía al oído. Cuando el invierno acabe, casémonos.

Ella sonrió y hundió su cabeza en su hombro mientras la movía en gesto afirmativo. Y aquella noche, entre sábanas blancas, con el resguardo de la lluvia que azotaba las calles tras la ventana, engendraron su primer hijo.

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