La eterna agonía de un porqué sin respuesta...

sábado, 5 de enero de 2013

Noble

Y, sin quererlo
la lluvia empezó a caer
y en mi cuarto, marchito cerezo
se sustentaba solo de café

Expuso el animal
obviedades y oscuridades
como si todo primeras fueran
Castas caían a costa nuestra
el mundo se retorcía,
pues de caracol, se volvió la escalera

Si el mundo no quiso tenerte allí
ángel mío, vida mía.
Yo lo cambiare por ti
desafiemos lo imposible
naufraguemos en el carmesí
de las camisas que vuelan con el alba
de cristales teñidos de calor 
recuperemos por siempre París
solamente por amor.
Escribamos y triunfemos,
y que en el trazo al escribir
oigamos bramar al sol
que provoque al estruendoso cielo
y en mitad de él grabemos a fuego
nuestro nombre, en recuerdo
del bellísimo arte del errar
y de la existencia de este necio
que, tal vez, buscó sufrir
por mentirse un poco más


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