La eterna agonía de un porqué sin respuesta...

miércoles, 30 de enero de 2013

Idiotas.

En el mundo heleno no se había visto cosa tan preciosa como ella. Le cogí de la mano y corrimos hacia las cuadras. Allí cogimos dos caballos y galopamos hasta las primeras luces del alba. Nos tomó días bordear el mediterráneo. Cuando llegamos hasta Roma, ella me preguntó por qué, y yo respondí: por amor. Ella con los ojos vidriosos volvió a preguntarme por qué, y yo reiteré: porque sí.

Y al que me diga que no tenía una buena razón es un idiota.

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