Odio, ira, impotencia. Aquellos ojos sin duda daban miedo. Me tenia tendida en el suelo, con sus manos a escasos centímetros de mi cabeza, y mis piernas, enceradas entre las suyas. No alcanzaban a ser tocadas por su feroz piel, sin embargo, ninguno de mis musculos podían moverse. Sus ojos habían clavado un ancla en los mios. No es que no tuviera valor para desviar la mirada, es que ni siquiera comprendía que estaba aterrada. Sus sobrenaturales ojos pedían algo, algo que la cabeza no quería, el instinto animal había destrozado las cadenas que lo mantenían sujeto, cada encuentro conmigo había ido corroyendo esas cadenas y aquella vez el vaso había colmado. Como una furia sedienta de sangre. Se le veía temblar. Sus pelos erizados como escarpias. A punto de avalanzarse. Yo era tan pequeña y débil... pero rompía tanto sus esquemas...
Aquellos ojos me tenían hipnotizada. Me decían que me odiaba, que me iba a matar... Era una ravia incontrolada e irracional, me odiaba porque yo representaba lo indevido para él. Me odiaba porque yo era su más preciado deseo, un deseo que él no podía desear. Por eso, en la misma mirada que decía "voy a matarte" lanzaba un inconsumable deseo de poseerme, de violarme. Lo que pasa es que aquello, lejos de desagradarme y alarmarme en extremo, me gustaba... no, no sólo me gustaba, sino que me excitaba en gran medida.
El suleo estaba frío. Era un mes frío. La respiración empezó a elevarseme. Su odio se iba amansando despues de una eternidad de odio y un oceano de atrevidos deseos inmorales. Siguió sin decir nada. Pero como si toda esa furia lo hubiera dejado exhaustó, se desplómó a mi lado cayendo él también boca arriba. Había sido un fuerte acto de reveldía. No me esperaba nada como esto de él. Supongo que es un hombre al fin y al cabo. Giré mi cuerpo hacia él sujetando con una mano mi cabeza. con la otra empezé a acariciar su camisa. Tenía los ojos cerrados, tal vez durmiera ya. Pero sabía que me oíria. -Me alegra que lo comprendas. Eres mi pequeña y preciada marioneta a si que no te sobreesfuerces ¿vale? Sé que es difícil, que como hombre no puedes aceptar estas burlas y humillaciones, pero conoce tu lugar criatura. Te tengo sometido a mi voluntad. Dominado. No porque te pueda tumbar en el suelo e intimidar con una mirada de fuego, sino porque conozco cada rincón de tu mente. Cada pensamiento que te cruza. Puedo leer cada sentimiento en tus ojos como si estuvieran en letras mayúsculas. Callé un breve momento. Pero eres un chico muy sensible y me agradas. Ese arrebato que has tenido ha sido verdaderamente excitante, de verdad pensaba que ibas a estrangularme...
Me puse en pie y me quité un zapato. "serías tan amable de devolvérmelo cuando te levantes, esperaré despierta a que llegues". Acabada la frase me fui a mi habitación. Los hilos ya habían sido dispuestos y la noche prometía maravillas.

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