La eterna agonía de un porqué sin respuesta...

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Todo titan esta condenado a crear a su asesino

Creo que ha llegado el momento de contar lo que ha pasado en mi cabeza, a mi alrededor. Mi cambio personal de hace algo de tiempo. Las aterradoras sombras de este príncipe...

Era un chico tranquilo que venía de un mundo de fantasía, donde leer era considerado por todos sus semejantes un entretenimiento harto deseable, se crió entre árboles libres de parcelas, un bosque de fantasía, magia, sueños... que trepaban como las ardillas por los troncos de aquellos pinos. Mi reino y mi primer gran amor residen ahí todavía intactos en la memoria, como el más perfecto de mis sueños.
Y salí de allí con la edad de 10 años, para entrar en aquel sitio, cuya comparación con el anterior lo degradaba a asqueroso, rancio, vacuo de toda ilustración de magia, simple, torpe, rudo... Un nuevo colegio.
Yo quise integrarme, los primeros años fui con unos y con otros, pero aquel sistema social (porque no os engañéis en toda agrupación de personas la hay) era una meritocracia donde triunfaban aquellos bien dotados para el deporte, en concreto fútbol. Es decir mi inferioridad con respecto al resto era, no solo inevitable sino inminente a mi llegada. Yo pretendía caer bien iba de aquí para allá sin saber muy bien cual era mi lugar, no hablaba demasiado, prefería pasar desapercibido y no quedar en evidencia haciendo o diciendo algo fuera de lugar, yo solo quería encajar, supongo.
Los años pasaron y me integré en este mundo frío sin demasiados amigos, aunque necesitaba creer que sí los tenía. Pobre y confusa criatura ilusa.
Fui acostumbrándome a decir de vez en cuando alguna palabra mal sonante, yo, que jamás había hablado con atisbo de incorrección salvo la permitida por mis años de inocencia. Me sentía fuera de mi, sabía que no era yo, pero las especies deben adaptarse en un entorno cambiante o desaparecer. Llegó la educación secundaria, y se creó (quizás antes también y no lo noté) el trágico grupo de los "guays" que eran algo así como la élite, todo aquel que no pertenecía a ella era considerado inferior y por tanto merecedor de exclusión, burla y desprecio. Y ¿quién en su sano juicio desearía pertenecer a tal clase? de lo único de lo que hoy me arrepiento es de no haberlo deseado entonces.
Bueno, el caso es que recuerdo múltiples anécdotas humillantes de aquel entonces. Aspiraba y ansiaba convertirme en alguien digno de pertenecer a su grupo y casi podría decirse que años de mi vida los dediqué a tratar cambiarme. Pero jamás logré llegar a su "altura". Hasta que maduré (y bien que me costó) y empecé a ir con aquellos considerados inmaduros, que ironía verdad. Y me di perfecta cuenta de en la situación en la que había perdido mis anteriores años por ignorar mi naturaleza alegre y risueña.
Pero al encontrar el sitio donde debía estar, no volví a mi actitud desenfadada, risueña y alegre, no. Recogí todos los recuerdos de mi infancia feliz y los guarde en lo más profundo de mi corazón. Mientras que, mi alma ardía en odio, ira, frustración, desprecio por aquellos por aquellos por los que me tuve que doblegar a fin de no ser despreciado y rechazado (aunque muy probablemente así sucedió y a mi espalda se hablaran especulaciones tal vez falsas, tal vez no).
Odie, odie a todo el mundo con suprema fuerza, a mi el primero. Por estúpido, por fantoche, por rastrero, por imbécil, por imberbe.... Y quedé atado a un sentimiento que, quizás me separó de la depresión: "No toda la culpa había sido mía", no, yo tan solo era una victima, un esperpento de esta obra de locos que era el sistema, aplasta o serás aplastado, y la gente habla hoy en día de razón ja! jajajajaja aquella idea me resultaba tan desconsoladora como cínicamente graciosa y desde mi posición, junto a los considerados escoria, yo era feliz, y me reía me reía a carcajada limpia del resto del mundo. Los que antes veía como astros en un firmamento inalcanzable se convirtieron en pequeñas pulgas molestas a mi alrededor, como deseaba eliminarlas a todas, de un plumazo. Exterminar a todo aquel responsable de mi anterior y lastimosa situación, los veía tan superficiales, tan insignificantes, tan inferiores a mi que no podía sino estallar en carcajadas en mis adentros lleno de cólera, asco y desagrado. Debía hacerme fuerte, que aquello que pudieran pensar de mi me resbalara, que pudieran escupirme a la cara barbaridades sin que inmutase mi temple, o acaso se sentiría una persona dolor o turbación por los insultos de un animal. Yo era superior que todos ellos... ellos, simples marionetas del sistema. Así pues nacieron mis instintos utilitaristas: no hagas nada por nadie que no pueda más tarde devolverte el favor, y vive por y para ti, no muestres debilidad ante seres inferiores, rehuye de las relaciones y lazos en la medida que sea posible pues estas relaciones pueden hacerte sufrir, y sobre todo, vive y guía tu vida encaminada a la destrucción de este sistema esclavista que tanto te ha hecho sufrir, hazlo aun a costa de tu vida.


Detrás del arte que creo, se esconde una psicología demente, despiadada y cínica. Pero de esto, nadie sabía nada hasta ahora.

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