Madrugadora mira a la ventana
y lo ve llegar con su caballo,
El pecho se le para
y, al instante, vuelta a odiarlo
Era su perdición, su final
su oscura red, sus miedos
Pero hasta en el mismo infierno
pasaría, por estar con él, la eternidad
Pero eso pertenece al pasado
y el pasado no debe retornar
¡despierte la novia la mañana de la boda!
Despierte la novia... ya no hay vuelta atrás
Moriré tranquila sabiendo, que ningún hombre se ha visto reflejado nunca en la blancura de mis pechos.
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