Criada: ¿¡Tú!?
Yo: Yo. Buenos días.
Criada: El primero
Yo: ¿No me han convidado?
Criada: Sí.
Yo: Por eso vengo.
Criada: ¿Y tu mujer?
Yo: Yo vine a caballo. Ella se acerca por el camino
Criada: ¿No te has encontrado con nadie?
Yo: Los pasé con el caballo
Criada: Vas a matar al animal con tanta carrera
Yo: ¡Cuando se muera, muerto está! (pausa)
Criada: Siéntate. Todavía no se ha levantado nadie.
Yo: ¿Y la novia?
Criada: Ahora mismo la voy a vestir.
Yo: ¡La novia! ¡Estará contenta!
Criada: (variando la conversación) ¿Y el niño?
Yo: ¿Cual?
Criada: Tu hijo
Yo: (recordando como soñoliento) ¡Ah!
Criada: ¿Lo traen?
Yo: No. (pausa. Voces cantando muy lejos)
Voces:
¡Despierte la novia
la mañana de la voda!
Yo:
Despierte la novia
la mañana de la voda
Criada: Es la gente, vienen de lejos todavía.
Yo: (levantándose) ¿La novia llevará una corona grande no? No debería ser tan grande. Un poco más pequeña le setaría mejor. ¿Y trajo ya el novio el azahar que se tiene que poner en el pecho?
------A partir de aquí escribo sin mirar el libro------
Ella: lo trajo
Criada. No salgas así.
Ella: ¿Qué más da? ¿Por qué preguntas por el azahar? ¿Llevas intención?
Yo: Ninguna, ¿qué intención voy a tener? Tú que me conoces sabes que no la llevo. Vamos dime ¿quién he sido yo para ti? abre y refresca tu recuerdo. Pero dos bueyes y una mala choza son casi nada, ¡esa es la espina!
Ella: ¿a qué vienes?
Yo: A ver tu casamiento.
Ella: ¡También yo vi el tuyo!
Yo: Amarrado por ti, hecho con tus dos manos. A mi pueden matarme pero no me pueden escupir, y la plata, que tanto brilla, escupe algunas veces.
Ella: ¡Mentira!
Yo: No quiero hablar, porque soy hombre de sangre y no quiero que estos cerros oigan mis voces.
Ella: las mias serian más fuertes
Criada: Estas palabras no pueden seguir. Tú no debes hablar del pasado.
Ella: Es verdad. yo no debo hablarte siquiera. Pero se me calienta el alma de que vengas a verme y atisbar mi boda y que preguntes con intención por el azahar. Vete y espera tu mujer en la puerta.
Yo: ¿Es que tú y yo no podemos hablar?
Criada: No, no podeis hablar.
Yo: Después de mi casamiento e pensado noche y dia de quien era la culpa. Y cada vez que lo pienso nace una culpa nueva que se come a la anterior. ¡Pero siempre hay culpa!
Ella: Un hombre con su caballo puede mucho y sabe mucho para poder estrujar a una muchacha metida en un desierto, pero yo tengo orgullo, y por eso me caso. Y me encerraré con mi marido a quien debo querer por encima de todo.
Yo: ¡El orgullo no te servirá de nada!
Ella: No te acerques.
Yo: Callar y quemarse es el castigo más grande que nos podemos echar encima. ¿De qué me sirvió a mi el orgullo y el no mirarte, y el dejarte despierta noches y noches? ¡De nada! sirvió para echarme fuego encima. Porque tu crees que el tiempo cura y las paredes tapan y no es verdad, no es verdad. Cuando las cosas llegan a los centros no hay quien las arranque.
Ella: No puedo oirte no puedo oir tu voz, es como si me bebiera una botella de anís y me durmiera sobre una colcha de rosas, y me arrastra, y se que me ahogo, pero voy detrás.
Criada: ¡Debes irte ahora mismo!
Yo: Es la última vez que voy a hablar con ella, no temas nada.
Ella: Y sé que estoy loca. Y que tengo el pecho podrido de aguantar y aquí estoy, quieta por oirlo, por verlo menear los brazos.
Yo: No me quedo tranquilo si no te digo estas cosas. Yo me casé, cásate tu ahora.
Criada: ¡Y se casa!
Voces:
¡Despierte la novia
la mañana de la boda!
Ella:
¡Despierte la novia!
Criada: ya está aquí la gente. No te vuelvas a acercar a ella.
Yo: Descuida...
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