La eterna agonía de un porqué sin respuesta...

jueves, 2 de mayo de 2013

El marqués.

-Nino La fenestra, más conocido como: "El marqués La fenestra" un poco ostentoso el nombre ¿no crees?
Sólo mostró una leve sonrisa cansada.
Prosiguió. -Veamos... ajá... ajá... ¿sabes? llevo cuarenta años haciendo este estúpido trabajo burocrático. La gente viene, se sienta y les leo la versión que recoje el informe de la policía. Ellos se declaran culpables casi siempre y el que reniega de la condena le acaban cayendo más por listo. Hay que joderse... Cogió una botella y un vaso de un cajón del escritorio. Una botella de vidrio, en apariencia pesada, cuadrada y translúcida que dejaba entrever un líquido oscuro. Se sirvió. 
-Te ofrecería pero no me dejan... ya sabes. Terminó de echar el fugaz repaso al archivo. -Dice que estás aquí por desorden público, intento de agresión a la autoridad y desacato.
La fenestra seguía con la cabeza baja, hundida bajo las solapas de su abrigo, había pasado una noche horrible en el calabozo. Horrible y muy fría.
El policía lo miró con disgusto. -Oye ¿me estás atendiendo? Porque si no te interesa le puedo decir al oficial de la puerta que te mande al calabozo otra noche y que ya miraré tu caso mañana. Puedo inventarme una excusa al instante, ¿es lo que quieres?
Él negó con la cabeza pero su expresión no cambió.
-Bien. Puso los pies sobre la mesa y bebió de la copa. Soltó un largo suspiro. -Cogiste una buena cogorza aquella noche ¿eh? Pero ¿qué es eso de intento de agresión a la autoridad?
El joven La fenestra habló por primera vez: -Un guardia apareció para decirme que me fuera a casa, que estaba montando un espectáculo innecesario y que aprendiera a beber. Debió de parecerme un insulto muy grave porque intenté arrearle un puñetazo en la cara pero ni siquiera me acerqué, quizás le rozara el hombro. Nunca he peleado agente.- Hablaba muy bajo pero se le entendió bien. Tenía una voz armónica, casi musical.
-Pues la próxima vez deberías elegir mejor a quien atizas, un poli suele salir muy caro. Pero no nos quedemos aquí, dime: ¿anoche fue una noche de celebrar o de olvidar algo?
De nuevo la misma sonrisa de antes se mostró en La fenestra. -Anoche...- Rectificó al empezar. -Hoy estoy aquí por el arte, por el espectáculo, por amor, estoy aquí en representación de la bohemia, ella me ha traído, ella que siempre nos trae aquí. Luego nos tira a la calle y no sabría si con eso mejora nuestra suerte.
-¿Por qué te llaman marqués?
-Un nombre artístico.
-¿La fenestra también?
-No, ese era el apellido de mi madre.
-¿A qué te dedicas, o eres artista como dices?
-Tú lo has dicho, mi trabajo es actuar y actuar es mi vida, sólo que parte de ella la vivo sobre un escenario y me pagan por ello, ¿qué cosas, verdad? Me gano la vida subiendo los cinco escalones que suben del patio de butacas hasta el escenario.
-¿Y qué tipo de actuaciones haces?
-Pequeñas historias cómicas, de un humor bastante barato, ya sabes las típicas escenas populares llenas de malentendidos e infidelidades que tanto divierten y ruborizan a un público poco culto.
-¡Que gran amor desprende este artista hacia su público!- El hombre había terminado su copa. Se sirvió una segunda.
-El público también es cruel. Dales una representación sin risa ni personajes estereotipados y tienes al menos una decena de personas en taquilla pidiendo la devolución. No importa que esa actuación dure quince minutos. ¿Qué diantres iba hacer esa gente con quince minutos más de vida de todos modos?
-¿Dónde actúas?
-En el teatro "Rueda carmesí".
-Ya... ¿qué pasó aquella noche?
Aquella pregunta calló en la atmósfera como una bolsa de canicas abiertas, cuando todas empiezan a rebotar por doquier, se chocan entre ellas y alcanzan lugares remotos de las habitaciones. Aquella pregunta apeló a los astros, al infinito y a Dios mismo. Aquella pregunta abrió la caja de Pandora que Nino La fenestra, más conocido como El marqués La fenestra, tenía por corazón.

Continuará...

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