La eterna agonía de un porqué sin respuesta...

miércoles, 10 de diciembre de 2014

cosas que casi se me van por el desagüe de la ducha. Tengo frío.

hoy por hoy...

los conformistas dicen ser felices
los felices dicen estar locos
los locos dicen ser artistas
los artistas dicen ser genios
y los genios sencillamente ya no existen.

es decir que hoy por hoy los eufemismos disfrazan nuestro autentico ser. Nadie quiere ser aquello que en realidad es, porque los artistas tienen miedo de no trascender y ser sepultados entre infinidad de obras, los locos tienen miedo de que lo que hacen en realidad no valga ni diga nada, los felices tienen miedo de ser personas sencillas y corrientes, y los conformistas tienen miedo de admitir que su vida apesta a monotonía, consumismo insulso y aburrimiento.

Hoy en dia nadie es sincero por miedo. El miedo de no elegir aquello que somos nos consume y nos acecha. Nos convierte en desequilibrados emocionales, nos hace enloquecer hasta el punto que nuestra conciencia queda reducida a una personita muy pequeña que se haya en un recóndito lugar de nuestra mente, abrazándose las rodillas contra el pecho repitiéndose con los ojos fuera de órbita: Soy feliz... soy un loco... soy artista... soy un genio... y el menor contacto con la cruda realidad acaba en suicidio, y decimos a penas conmovidos con el fin de una vida "que estupidez el suicidio, hay muchas formas de salir adelante" sin saber que en realidad, fue por salir afuera que aquel acabó de tal suerte.

Sois unos hipócritas, señores, pero sois felices en vuestro fantástico mundo de naipes. Eso os lo tengo que reconocer, tenéis unas sonrisas adornando vuestras faces durmientes. A sí que, que duerma matrix y sus habitantes, quizá sea mejor así.

Quizá el saber no fue una virtud sino el auténtico esclavismo total, al fin de cuentas todo es cuestión de perspectiva y ¿quién acaso puede decirme que yo estoy en lo cierto? Desde luego a efectos prácticos es mucho mejor no flagelarse con estas filosofías pero esta es quizá la única forma que tengo de demostrarme de que en efecto yo soy todo cuanto admito ser: Un misántropo, cínico, pesimista y soberbio. O al menos esta afirmación que tengo de mí es la más lejana verdad metafísica a la que hoy por hoy puedo llegar ¿Quién sabe si mañana demostraré que en realidad el más libre de los seres es el molusco marino?

Pero hoy por hoy, mundo, estamos jodidos.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Ser cínico en este mundo es el signo mínimo de la decencia

Permitidme que me guarde en mi ego circunspecto por todos aprobado
Visto he que el ser humano no me quiere sin embustes
Así pues buscaré un ser al cual asemejarme y me decanto por la araña.
porque las personas parecenme máscaras más allá del antiguo griego

Así pues, yo, ser embrutecido y mal hecho, disculpo por vosotros mi falta de tacto
para no someteros más al tormento de tenerme presente entre vosotros
perturbar no quisiera yo el gozo de esta buena gente
que jocosa ríe por norma y enfrenta los problemas con risa

Más permitidme una concisa y breve puntualización inocente
De la prudencia, divina eminencia, estáis carentes
Desoís a quien pretende enunciaros la verdad, lo llamais hiriente
Habría que ver que es herir, mirate dentro, rie ahora si puedes

hiriente vuestra actitud necia y consentida, construis vuestro saber en edificio decadente
La historia os comerá como hoy vuestro leviatán moral, me engulle sin contemplación
Mirad las tumbas que estáis pisando, bailáis sobre los más célebres insultándolos a cada acto
Tendré gozo en presenciar como os consumen los gusanos, viendo como alimentáis vuestros propios semejantes.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

El solsticio

Cuando el otoño termine podrás ver que yo he sido el más caduco de los árboles.
Antes de que el otoño termine sin saberlo me habrás dicho adiós.
Cuando la estación desfallezca en el último crepúsculo de fuego...
podré afirmar que el más gélido de los lugares de esta tierra tibia, en efecto, he sido yo.
¿Acaso hay tierra más fría que los campos que ostenta habitar mi conciencia?
No habrá nada más frío, que la nada y mi vacío, la soledad de un niño perdido,
la carencia de un joven sin promesas.
Soy juez de mi mismo sin ninguna ley que regule mi abismo y, en tanto que juez, me siento abatido.
Condenado a mirarme en el espejo de aquellos que me precedieron.
Debiéndome yo entero al suelo en el que estoy firme. Sin poder decir yo soy.
¿cuenta da alguien de lo fatalmente acaecido a esta conciencia mía que no sabe que es la paz con uno mismo?
Todos mis tiempos pasados tienen el privilegio de ser mejores. Éste sin duda será el mejor de los momentos en mi perfecto futuro. Y renegaré de todo. Porque la satisfacción me es ajena. Porque un diabólico ser me encargó la vil tarea de sufrir y tejer yo solo la tela de seda de araña que será lo único quizá a penas valioso de mi mundo. Pero hoy desde este reducto de conducta cuerda determinada sentencio: ¡Yo no elegí! fui designado araña, el ser aquel que extirpe brutalmente el corazón de todos cuantos cojan mis hojas y lean las ocho finas patas de mi abismo.
Tú, no eres más que yo mismo.
Al mirarme refleja mi imagen la versión convexa del mundo. Tú, todos están en mí, pues no soy más que vuestro producto. Lo mismo pasa contigo.
Sin embargo yo parezco de los pocos atentos a tal hecho. Acaso soy un demonio vivo y mi fatalidad reside en restar felicidad con todo aquello que escribo.
Con sinceridad digo que me da igual, si fui hecho deforme, paralelo a la ley de los hombres, no me disculpo. Bastante tengo ya.
El vivir para mi es un andar dormido, como levitando me siento siempre, como en otro plano distinto, distante de lo constante, un sonámbulo que medio-entiende algunas cosas del mundo y se autoconstruye diferente por amor propio. ¿Quién antes que yo comprende quien soy? Nadie. ¿Quién pues antes que yo, me ha querido? nadie. Intentádolo muchos, pero el tratarlo fue un error primeramente.

Cuando el otoño acabe me encontrarás cambiado. Con mi entera piel mudada. Cuando las últimas gotas caigan verás que mis ojos enrojecidos y embotados no son sino cristal de la ventana con que miro. Siendo así es natural esta visión particular melancólica. Si me pregunta algún hipócrita si prefiero la vida así como la explico o no pensar y ser feliz como uno más, mi respuesta es: lo mejor para todo hombre hubiera sido sin duda. desde un principio, no haber nacido.

Cuando el otoño acabe yo ya seré algo distinto. Algo a años luz de ti. Un pájaro que viaja solo, lejos. El calor, reitero, me es ajeno... Una estaca de hielo atraviesa mi pecho y aun con todo, me llaman hombre. De nuevo la soledad de la articulada marioneta tejedora. Soy un hueco, una nada en cuyas entrañas reside el solipsismo de todo mi particular universo. Fragilmente se dilatan mis palabras y se vuelve lluvia escurridiza. Este es mi destino previsto. Y desde está orfandad que llamo mía doy comienzo a mi invierno particular, en el que tan gustosa aflora pálida mi alma sola.


lunes, 10 de noviembre de 2014

(agri)dulce caoticidad

-¿Te puedo pedir un favor?
-Mientras no sea dinero...
-Necesito que nos acostemos.
-¿Qué dices?
-Que necesito que nos acostemos.
Ella se separó entonces de él. Una distancia considerable. La primera vez que lo sugirió sonó a broma, la segunda dejó de tener gracia. Los ojos le brillaban en la oscuridad de la noche, sus ojos de gata se clavaron en el rostro de él cuando encontró la distancia de seguridad para darle un guantazo si intentaba algo raro.
El silencio siguió a los movimientos felinos y esta gata retomo el verbo en aquella bochornosa situación.
-No te tomaba por...
-Escucha. -Irrumpió entonces él con voz de perro viejo- Estos días están... llevo ya meses que no se que hacer conmigo, ni con mi vida, de vez en cuando en mis momentos lúcidos discierno algo. Pero de pronto empiezan a aparecerme fantasmas aquí y allá. Miro a otra gente y parecen todos tenerlo tan claro, estar tan bien dispuestos y preparados. ¿Sabes lo que soñé anoche?
-No.
-Soñé que me hundía en un océano inmenso. A mi alrededor un montón de gente nadaba hacia la superficie con eficiencia y ritmo acelerado, y yo no podía flotar siquiera, no pude moverme y me hundía más y más mientras todos ascendían. Sólo quería esconderme ocultarme y que nadie se diese cuenta de que en realidad no podía nadar, que me hundía en lugar de subir a la superficie. Yo estaba ahí, quieto, inmóvil era algo tan triste y patético que no me pudiera mover. Fui incapaz. ¿Sabes lo que quiero decir? -pausa- La gente va aquí y allá, conoce gente, empiezan a salir a este y aquel otro lado, se besan en los parques y en los porches, en los asientos delanteros de sus coches de segunda mano... y yo siento que me quedo encerrado en esta ciudad, en un momento de mi vida. Siento que me devora. Me siento tan enclaustrado. Tan varado y flaco de fuerzas para liberarme... ¿por qué diablos no llueve este otoño?
La noche estaba siendo muy calurosa, eran las siete de la tarde pero la luna ya llenaba el cielo. Taxis libres pasaban ocasionalmente e iluminaban la escena con un artificial color verde que desaparecía poco después.
Ella se acercó a su mejilla. La besó, le cogió la barbilla con una mano y le apretó los mofletes contra la mandíbula. -¡Ay jilguero mojado! que idiota estás. Sólo es la sensación que te da, créeme no hay nada en sus vidas tan extraordinario ni digno de ser envidiado.
-Aun así, ésta es una sensación horrible... pero no te he pedido que me animes. Sólo que me dejes acostarme contigo.
-¿De verdad crees que toda esa paranoia se va con sexo?
Él levantó entonces débilmente los hombros con la expresión facial de un garbanzo seco. -Por intentarlo....
-Eres idiota.
-Soy idiota.
-Muy idiota.
-El rey de los idiotas.
Ella guardó silencio y él lo rompió al poco.
-¿Lo harás por mí?
-No. -dijo concluyente- Sólo me quieres porque estás desesperado, porque no sabes que hacer... si al menos hubieses dicho que me encuentras atractiva... ¿hace cuanto que estás a dos velas?
Una leve sonrisa cansada se le levantó con torpeza -Digamos que ya no queda cera que derretir en esas velas de las que hablas. ¿Ya es tarde para decirte lo bonita que eres?
Las comisuras de ella imitaron el gesto de él. -Es tardísimo. Anda vamos a ir yendo que quiero cenar en casa,
-¿Me ofrecerás al menos una taza de café?
-Te prepararé tostadas y el sofá para dormir esta noche.
-¿Qué haría yo sin ti?
-Masturbarte pensando en mujeres como yo.
-El ansia del porvenir... va a hacer que me vuelva loco.
-Sé fuerte, Araña. Todo se andará.
Se pusieron a caminar.
-Algún día haré arder esta ciudad sólo para volver a ver un cielo encapotado. Aunque sea de humo. Esto lo dijo él, por supuesto.
-Te creo. Su condescendencia ya era indiscernible de su sarcasmo.
-¿Por qué no quedamos ese día y bebemos cerveza mientras vemos consumirse todo?
-Vale. Total, no tengo a nadie mejor con quien incinerarme viva.
-Me siento alagado.
-Más te vale, guapo.
Y besó la atolondrada barba de la mejilla en la que, acto seguido, se disparó el amanecer de una rezagada sonrisa en el fondo de la recámara de pistola suicida que tenía por corazón.

Mi reducto libre

Acabo de cometer un acto libre.

Pese a mi determinismo pesimista desde el que me gusta comprender la conducta humana, creo que por un instante he sido libre.

Últimamente me han asaltado muchas dudas a cerca de lo que he venido sintiendo desde que era apenas un niño, hasta ahora y llegué a concluir que efectivamente nunca había estado enamorado. Aquello que siempre había tenido por cierto se derrumbaba. Nunca había amado, me dije. Todo fueron simples ilusiones y espejismos alimentados por mi necesidad de compañía, de comprensión y cariño quizá. No era amor, sino necesidad de encontrar algo como aquello. Necesidad de llamar algo por ese nombre.

Pero ahora, apenas hace unos segundos, me ha invadido la nostalgia, al escuchar una canción y he estirado el brazo hasta alcanzar un trozo de tela que acostumbra estar sobre una de las paredes de mi cuarto. Un trozo de tela que he atesorado durante más de dos años de falaces esperanzas románticas. Un trozo de tela, que perteneció a la más adorada de mis princesas.

Muchos recuerdos me han venido a la mente, y me surgen infinidad de preguntas sobre mis sentimientos. Si ciertamente no estaba enamorado de ella, si ella no era nadie que conociera sino una ilusión, si no fue mi corazón… ¿Qué de mí se fue con ella? Una ilusión es vapórea y cuando se va nada te falta, todo queda en su lugar, todo sigue firme… entonces ¿por qué mi peso no es igual? ¿Por qué me siento más liviano? ¿Qué de mí se fue contigo, Nat?

No sé qué fue, pero algo fue. Quizá mis ganas de seguir amando eternamente a distintas mujeres. Quizá mi inocencia o mis ganas de seguir viviendo en un mundo sin ti. Quiá mis ganas de seguir ilusionándome. No sé qué sentí ni siento por ti, pero que eres una persona importante ya lo creo, no tanto por quién fuiste sino por lo que significaste. Gracias a ti crecí y me di cuenta que uno no se puede esconder eternamente en el caparazón de sus sentimientos. No puedo abandonarme por siempre del mundo, debo enfrentar la realidad y esperar a encontrar a alguien con quien quiera enfrentarla cogidos de la mano. Pero mientras me adapto, mientras interiorizo mi actitud camaleónica de auto-adaptación, quiero que no sepas (pues esto nunca te llegará) que en mis momentos de abandono y soledad, en mis momentos de solo yo, siento no haberte hecho este mes pasado un regalo de cumpleaños. Pero sé que no lo hubieras querido. Sé que es mejor que creas que no tienes a un pobre idiota en alguna parte del mundo pensando aun en ti… pero necesito proclamar que ese invisible ser humano, tiene un gran hueco en alguna parte de su alma y espero que esa parte, por siempre, quede en ti. Tú me has hecho más grande, tú me has hecho ser lo que soy. Contigo todo mi lastre pasado. Hoy, gracias a ti, sé quien soy.


Y pese a no ser nada impresionante, es mejor eso que no saberlo.

Así pues digo que ha sido un acto libre, porque no había nada que me llevara a hacer algo como eso. Sólo mi nostalgia, y la nostalgia es mi yo más puro. He hundido ese trozo de tela en mi tabique nasal, el olor ya había desaparecido de la parte más superficial, pero aun quedaba algo residual entre los pliegues. Últimamente me encuentro algo decaído sin ninguna razón. Me faltan las fuerzas para todo, cada vez me siento más débil, como si fuese a desaparecer de agotamiento. Duermo sin sueño y los ojos se me humedecen sin corresponder a nada en particular. Pero sé que es pasajero, sé que no es nada serio, "esto" ya no me impide ser feliz (bueno, feliz... siendo fiel a la verdad ahora mismo, soy y estoy, sin más). Pero lo que digo es que esto ya no me desgarra, solo me araña débilmente.

Me provoca una satisfacción muda darme cuenta de que he crecido, que soy más fuerte. Hoy puedo levantar firme el escudo que haya de defenderme en el futuro. No quiero decir que esté listo para la guerra, pero si que no caeré al primer golpe.

Y siendo yo, es un gran logro.

jueves, 16 de octubre de 2014

Mis venas devanadas


Me quiero poquito y sin amor. Me quiero como quien quiere a un pez que tiene de mascota. Me quiero por conveniencia, pero sin nada de vocación. Me quiero en una semifusa confusa de mi razón. Me medio-semi-quiero un pequeño mini-infra-montón. Me quiero porque... ¿por qué no? Me quiero lo que quiero. Me quiero porque de algo hay que morir. Me quiero y me engaño. Me quiero pero me despisto. Me quiero desprovisto de medios para tal fin. Mi quiero es un sin vivir. Me quiero y lo reprimo. Mi vida seguiría aunque nadie la quisiera pero me quiero porque todos necesitan a alguien que les quiera. Me quiero porque no quiero ser un adolescente enfadado. Me quiero porque no quiero ser viejo agotado. No estoy en posición de negociar conmigo mismo, por eso opto por quererme. Me quiero para tenerme satisfecho y no tener que atenderme. Mi amor es papel mojado. Me quiero como mecánica de grupo pero sin grupo y sin mecánica. Me quiero como aperitivo. Me quiero de mi mismo más bien lejos. Me quiero complejísimo. Mi autoestima es un rompecabezas viejo que resuelvo y revuelvo y faltan piezas y no las busco. Mi amor por mí es ajeno a mis sentimientos profundos. Mi amor es yermo lamento y enfermizo desencuentro. Me amo como se quiere a un arma de fuego, me tengo y temo y espero no tener que disparar(me). Mi auto-quiero es un cigarrillo que se prende fuego y en mi última calada recuerdo que es mi veneno fatal... pero ya todo me es igual, no tengo remedio. Me quiero sin ansia. Me quiero por figurar. Me quiero como es feliz un durmiente, de forma aparente. Me quiero por indecente. Me quiero como Edipo se quiere invidente. Me quiero, me odio y me vuelvo a querer, débil reincidente. Me quiero sin voluntad ni fe. Me quiero sin saber que hacer al respecto. Mi amor por mí está de paso, ocasionalemente se irá y nadie en mí le echará de menos. Me quiero como morder mortal manzana. Me quiero como cucaracha kafkiana. Me quiero como un lavado estomacal un borracho. Me quiero en silencio y en reducido espacio. Me quiero despacio. Me quiero como en sueños. Mi "quiero" está levitando. Me quiero en un silencio de redonda en compás de cuatro tiempos. Me quiero como poeta aprecia su gremio. Me quiero como lobo a cazador o cazador a lobo, lo he olvidado. Me quiero como infierno que soy. Me quiero ensimismado frente a un abismo. Me quiero a tientas y en tinieblas. Me quiero como araña, colgado de una ventana. Me quiero en mi final. Me quiero sin motivo. Me quiero porque sí, quererme como fin ¡Me quiero algo por fin! aunque sólo sea un error. Me quiero en ruso y en chino mandarín. Me quiero sin perdón. Me quiero como tormenta de verano. Mi amor es un quiero cansado. Me quiero interesado. Me quiero siempre... egoístamente y mal. Me quiero a ciento veinte y, como de repente, entonces ¡frenar!. Me quiero abatido. Me quiero en un dormir eterno sin sueño de por medio. Me quiero como dos humanos que no se entienden. Me quiero como pegamento adherente de mi voluntad y persona. Me quiero con mi corazón derecho. Me quiero con una valla en medio de mi mismo. Me quiero con amor deshecho. Me quiero con amor carente. Me quiero fatalmente. Me quiero sin convencimiento. Me quiero porque ni a mí me sé decir que no. Me quiero poco de hecho... me quiero y mi amor por mi es lo que mi mente menos comprende, ¿estima de sí? No. Mi quiero solo se mantiene en mi temor a la muerte.

viernes, 10 de octubre de 2014

Mi país de la lluvia

Él siempre sonreía bajo la lluvia
la lluvia de un país en el cual siempre llovía
amo la lluvia, su descenso
su pureza, su agua fría
sonrío. Por él, sonríe mi alma tibia

Joyas de cristal, cada gota que caía
el fue cristalina luz
luz que todo lo encendía
En la noche más terrible, era abrazo y compañía
Toda luz y calor en las noches de tormenta
tal era su aura y maravilla

Lluvias, meses se sucedían
junto con mi tristeza y pesadillas
ver ahora que no está
no verle es igual a perder el mirar
la vista y las ganas de volverla a disfrutar

La lluvia es, decía, el lamento del cielo
que ocasionalmente cesa y se queda durmiendo
en un mar de nubes en las que aun
se esconden promesas de seguir lloviendo
No ver el sol. Ni querer verlo
Mi país de las lluvias siempre está sufriendo

Convertirse ya en un adiós, pluma de paloma
que se esfuma y escapa y moja el suelo
ser humano derrotado atacado por fantasmas
ser extraño y que tu gente
no conozca tu mirada

ser charco y reflejo de tu esperanza
de dejar de seguir sufriendo
seguir atrapado en el anhelo
de poder ver esa sonrisa
posada en la tierra blanda
soñar noche tranquila
escapar de aquesta nada
poder levantar barbilla
y a la lluvia aguantar mirada
ser feliz en la derrota
de una vida atormentada
Ver la lluvia como un fuego
que desde fuera abrasa el alma
y te dice, yo también lloro
sólo yo logro entenderte
llora, alma, llora
que en el llanto mio estás presente
llora, alma, llora
ahora que nadie puede verte


martes, 7 de octubre de 2014

Gente a la que simplemente admiras

Me gusta mi profesor de inglés. Es una de esas personas que, a diferencia de todos, no intenta apartar ser perfecto o mostrar su mejor lado. Es una de estas perfectas caricaturas de sí mismo. Con su modo de ser cualquiera podría decir que se burla de sí mismo y que todo aquello que se encuentra de imperfecto, le parece sumamente divertido. Una persona sin pelos en la legua, dispuesta para nada salvo para lo que le interesa ¿Es a veces un poco idiota? Pues sí, pero no más que tú, y el al menos tienen el valor de plantarse delante tuyo y hacer el idiota. Un cínico muy divertido, mi profesor. Como lo adoro. Antes de acabar con él conseguiré que se convierta en mi mentor.

jueves, 25 de septiembre de 2014

De las mentes tristes

hoy me suicido
con plena conciencia de que no hay un más allá
la mente me vuela sin recuerdo ni pena

La fatiga de la vida hoy alivio,
los caminos de mi irónica crónica dan fin
una vida de rata a la que le dio por pensar
el eco del sueño que pesadilla se ha declinado
Más allá de los peñascos, contra la arena muere el mar
Su sal me invita a hundirme en él.
y no me quiero hacer de rogar, alma y cuerpo van con él
pero solo uno ha de quedar,
él otro, no será ya más

¿Seré capaz? ¿podrán mis tripas soportar el dolor brutal?
¿Acaso éstas no se han batido ya en mil duelos
contra el penoso enfrentamiento que representan los días de vida?
¿Qué es la poesía sino un eterno vivir sufriendo?
un mundo ajeno, no tuyo con el que no puedes lidiar
Un mundo que sin hablar te hiere.
y que, sin hacer, te va deshaciendo

Yo que creí que la vida no me quería
yo que nunca sentí patria como lugar
fui yo quien nunca supo querer
fui yo el necio que siempre creyó merecer más
Por eso morir, morir y no mentir más.
Es suficiente.

Mi agonía es merecida
gracias doy a mi vida
vida de perdedor
vida bulímica que hoy se extirpa
tripas, ojos, corazón...

Nunca existí, nunca dejé de buscarme
nunca deje de negarme y engañarme, me sobrestimé
y me pido perdón
pues el error fue no querer aceptarme
Como mundano humano
animal sin redención
destinado al polvo galáctico, de una nada solitaria sin reflexión.
sin ser pensado. siendo versos vacuos.
un soplido, una porquería....
¡Cuerda, árbol! ¡Adiós!
¡No aguanto más!

Olvídenme todos.
¡quemen mis folios!
Mi vida ha sido un error en sí mismo
fuera lo vivido.
Fuera fuego y furia que fui
arda mi yo y las memorias de mí

Maldita araña enferma,
destinada al olvido
tú que tanto mueres dime
¿por qué nunca me suicido?
Ni para eso tengo valor.
Ni para eso sirvo.
¿qué soy yo?
mera abstracción.
Un huir de lo que siempre he sido
¿qué soy yo?
El frío de toda una constelación
ser inerte con un corazón entretenido
en bombear una sangre negra
por la lastimera vida que alimenta.

Más hueco que la luna nueva.
un saliente impertinente
un independiente,
un error del sistema
mi propia presa.
Príncipe y carroña
mi sinrazón y dilemas
¡quemaré hoy mis quimeras!

una mancha en un pentagrama
que ni está, ni suena,
ni se le espera, ni se le añora,
que no se amputa...
y, en sí, se gangrena

mi vida ¡que drama!
mi muerte una adquisición
un descenso al contexto de una nada
¿nada? ¡ah, que elegante!
No soy nada
y para la nada, el mejor sitio
es ninguna parte...


sábado, 13 de septiembre de 2014

Palabras de aquel que no quieres ver en vida

No buscarte es la manera de negarme
pensar la forma de agonizar
la araña teje la tela de la oblicuidad
y salen nuestros retratos superpuestos

que ironía más enfermiza y corrupta
mi amor, si es amor, es de mí lo que más indigna
y me niega, y me consume, y me envenena, y me pudre
y un millón de horribles etcéteras

A si que se acabó.
Aun no se cómo pero te confino
a mi caja de Pandora interior

Tendrás espacio de sobra
porque contigo se acabó mi yo,
y conmigo, todo mi miedo anterior.

Ahora sí, solos tú y este ser abyecto que te tiene admiración insana.
Toma este trapo, sucio de sangre negra,
sabe que hubo un día en que osé llamarlo corazón.
Haz con el lo que te parezca, de hecho, ya puestos. ¡cómelo!





















La culpa no es tuya. Nunca lo fue, es más ¿culpa? ¿de qué?. Soy yo...
extraño hasta decir basta.

El amor como forma trágica de entender el mundo

A lo largo del recorrido de nuestra cultura, diversos personajes influyentes han querido expresar de forma escrita diversos modos, desde su juicioso raciocinio, en que se deben afrontar el complicado conflicto del vivir. Se ha querido buscar en la intelectualidad nuestra ascendencia divina con el fin de auto-convencernos de que la concordia y la ley puede regir las relaciones sociales.

En el ámbito académico se ha entendido que ha lo largo de la historia no se ha desarrollado una evolución sonada de los conflictos más básicos que ocuparon nuestro pensamiento.... Pero desde que empezamos a pensar en la cuestión de la voluntad, la libertad, la justicia, el conflicto hay un punto central en base al cual hemos articulado nuestra esencia humana: la convivencia. Nadie refuta la idea de que la sociedad es la mejor de las formas posibles de situarnos en el mundo como ser humano. Y como ser humano necesitamos del otro como componente indispensable para dar sentido a un yo y partiendo de esta base, decimos: "Aun desdichado e infecto de inhibiciones deseo morir en una comunidad que me quiere y necesita". No indagaré ni en la necesidad básica inherente a la persona que busca en el otro una afirmación por contraste de sí mismo, ni en teorías contractualistas o mitos prometeicos que poco vienen al caso, hasta ahora sólo planteo la necesariedad y aceptabilidad de que goza el modelo social en la conciencia humana.

De modo que aquí reside el horizonte de convivencia. La sociedad no se plantea porque es el principio básico para desarrollar nuestra propia existencia. Si no deseas la sociedad estás en condición de no ser comprendido como ser humano. Aun vertientes catastrofistas o pesimistas que afirman que la sociedad tiende hacia la negación de nuestra humanidad y es el escenario rey de la discordia, lo terrible y es cuna de toda maldad; no plantean la sociedad como un hecho contingente que ha acaecido por pura casualidad fatal. Lo insondable de nuestra condición, ha sido la búsqueda de la relación social, para bien o para mal, tanto si ello implica el arder del mundo, somos y nos entendemos en comunidad.

No pretendo ahora indagar sobre el origen psicológico-moral de esta inevitabilidad, lo que está claro es que a partir de estas relaciones surge la historia, la gran obra o gran despropósito de Dios. Con un desarrollo trepidante y un nada predecible desenlace. Una historia plagada de avances y retrocesos, discordias y concordias entre pueblos, países y colectivos. Siempre se creyó que con el florecer de la razón, las disputas serían reemplazadas por un proyecto colectivo de paz y justicia. Pero aquella revolución tan floreciente de la reforma protestante, la revolución cultural del renacimiento y el humanismo y el movimiento político ilustrado hace tiempo que fracasó estrepitosamente. El Leviatán siguió ahí, solo cambió las manos que lo invocaban y la historia se volvió en una lucha de voluntades, colectivos se unían para defender su postura de bienestar. La política que estaba para contentar a todos se volvió una guerra de trincheras, un toma y daca entre masas, capitales, iglesias, minorías emancipatorias..., y la propia afirmación personal nacía de la militancia en un bandos. Cada vez que un movimiento alcanzaba el poder su gestión resultaba fracasar y nadie de entre estos primigenios hijos de Dios parecía tener respuesta a la complicada cuestión del vivir. De hecho ¿alguna ve hemos estado más perdidos que hoy?

Hace tiempo yo mismo creí en una sociedad donde las injusticias fueran sometidas bajo el yugo de una recta justicia y un debido cumplimiento eficaz de todos los derechos de que por fin gozarían toda persona y animal. Pero viendo la fragilidad con la que los principios y los valores se corrompen y se consumen en una ceniza rancia de conformismo y falta de fe he comprendido que nada puro y perfecto puede salir de un ser no puro e imperfecto. Por eso he dejado de creer en la revolución y el cambió como forma de alcanzar la perfección, quizá como medio de alcanzar algo mejor sí, ¿Pero mejor para quién y hasta cuando?

¿El mundo arderá por acción y causa humana? Es una pregunta a la que sencillamente no puedo responder, no creo que nadie pueda. Pero aunque espere cosas buenas de esta sociedad, lo que se construya por algún lado en forma de derecho o reconocimiento decrecerá por otro en forma de carencia o retroceso. Supongo que todo seguirá en perpetuo cambio pero persistirá la dualidad, nada sera ni insoportable ni idílico, sólo habrá un insignificante insecto llamado ser humano que irá tapando agujeros en la quilla de su propio barco mientras unos nuevos van apareciendo, un barco a la deriva, y sin rumbo fijo, que ni se hunde ni flota del todo. Y ninguna revolución cambiará el curso de este vaivén loco y desenfrenado, por muy sensato y cabal que sea la fuerza revolucionaria, el ser humano lleva la sangre infecta con la incapacidad de alcanzar aquellos ideales que es capaz de imaginar. A modo de tragedia griega el ser humano se topa con un destino que está por encima de su elección y no es sino víctima de lo que le acontece. De forma más o menos consciente, él ser humano es sin posibilidad de indulto, responsable de cuanto le ocurre. Lo trágico en el hombre no es que le suceden cosas malas por azar aciago, sino que es por sus semejantes que le pasan cosas buenas, y es por sus semejantes que corre infausta suerte, y aun así el hombre, desea al otro. El hombre nunca tira por la borda a aquel que sostiene la antorcha que puede hacer arder el mundo, temeroso de mirarse algún día las manos y descubrirlas engullidas por las llamas. Pues ¿qué niño nace deseando causar dolor? Ninguno, pero por alguna razón el ser humano ha llevado a la sociedad a devastar y la sociedad a su vez nos hace partícipes, piezas de su engranaje mecánico. Sociedad, máquina de devastación y progreso, y siempre, siempre, siempre, la preferimos.

"Es por eso que yo no creo en la revolución. Yo solo creo en el amor."

Con esta perspectiva del mundo, la siguiente cuestión es inmediata. En una sociedad que se estanca sin remedio en un compendio de errores y virtudes. ¿Dónde me sitúo yo? ¿Dónde encontrar sentido? ¿Qué hacer?...

Amar. El ser humano ama, hasta Schopenhauer aunque le costara admitirlo. El amor del que yo hablo consiste en centrar la atención, el mimo, el cuidado, la preocupación, el tiempo y el esfuerzo a aquel objeto de amor. Hay quien verá en esto un conformismo insultante casi, una posición egoísta, interesada, individualista, conformista; habrá a quien mi posición le parezca tóxica y dañina a nivel social y cultural. No trataré de pensar una defensa para tales acusaciones, lo mejor será aceptar que son legítimas y aceptables y animo fervientemente a mis retractores a seguir enfrentando mi condición pesimista.... No es que no me preocupe mi situación, es simplemente que nunca he sentido este barco como mío, ni parte indispensable de su tripulación. Me he sentido siempre dentro de una burbuja permeable que me impedía tocar el mundo y sentirlo mio. Detrás de mi cinismo hay un fuerte sentimiento de orfandad por parte de un mundo que nunca me reconoció legítimo. Por ello pues mi posición en el mundo es amar y dedicar mi tiempo a las cosas que amo, evitando aquellas que no me inspiran ningún interés ni preocupación. Esto es centrarse y disfrutar egoístamente de lo que tenemos, nutrirse con la delicia de los placeres intelectuales y gozar desmesuradamente de los pasionales hasta morir de vicio. Es en el amor y el estudio de las bellas artes representativas e intelectuales donde he encontrado un refugio, un camarote personal donde verdaderamente me siento realizado.

Por supuesto este modelo de vida no es apto para todos, también otros tendrán ideas más positivas o negativas sobre lo que significa e implica la sociedad, esta es sólo mi percepción parcial y temporal del mundo, más o menos acertada, lo que está claro es que es plausible. Además...

"la sociedad necesita de idiotas que se crean esa ingenua floritura poética comunista para que el mundo siga girando hacia ninguna -quizá alguna- parte que no me importa. Sólo digo que en mi camarote que no pregunten, que no perderé ni apetito ni sueño si a este desmesurado compendio de despropósitos le da por derrumbarse ahora"

Araña.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Crítica a "Hard candy"

Anoche, como tantas otras noches, no tenía nada que hacer y se me ocurrió ver alguna película de mi secretamente amada Ellen Page: Hard Candy.

Creo que nunca lo he pasado mejor pasándolo mal que con aquella película. Un argumento relativamente sencillo: una chica de catorce años queda con otro chico bastante mayor que ella que ha conocido en un chat y ella le insiste hasta convencerlo de ir a su casa después de la cita. A partir de ahí la cosa va a mejor o a peor según con quien simpaticemos (lo lógico sería hacerlo con el chico porque la chica en un primer momento parece una pirada con alguna clase de trauma). El escenario de la película, salvando cinco o diez minutos del principio se limita a la casa de él y toda la acción transcurre guiada por una interpretación magnifica de Ellen Page que va descubriendo el pasado y los secretos de Jeff el fotógrafo. Es una trama basada en la confrontación de dos personajes donde no acabamos de adivinar quien es el bueno y nuestras iniciales suposiciones van cayendo con la sutileza de castillos de naipes conforme avanza la película. El avance de la acción va acompasado con escenas verdaderamente angustiosas interpretadas muy satisfactoriamente por parte de Patrick Wilson, que en ningún momento resultan gratuitas; así como en ningún momento se nos deshace el nudo en el estómago de la tensión que genera. Mencionar también la fantástica banda sonora de Blonde Redhead, Elephant woman.

Una película que retrata la angustia, el sufrimiento, la desesperación, el dolor, el terror, la venganza, mientras te cuenta una historia de lo más intrigante, sorprendente y desgarradora.

Tiene un final abierto pero más que satisfactorio, donde lo que venga después no nos importa, porque hemos llegado a la catarsis principal de la obra, donde todo ha ganado sentido. Donde todo ha quedado como debe de quedar. No tiene mucho más que comentar, una película con elementos y argumento sencillo, pero con interpretaciones muy sugerentes y con una acción dramática fabulosa. Un diez de película.


domingo, 7 de septiembre de 2014

La constelación de absurdo a primeros de septiembre.

Me queda cerca de una hora para irme a practicar deporte y no me da tiempo a verme una película. Me gusta ver películas, pero lo cierto es que rara vez me suelen gustar mucho. Me he vuelto algo crítico, no creo que sea algo malo, de hecho no lo es en absoluto, pero me gustaría encontrar alguna película que me gustara de verdad... y lo mismo me pasa últimamente con los comics y eso me pone de bastante mala uva....

Me aburro condenadamente, quiero que empiece el curso y sentir que el mundo sigue girando como yo por mi habitación. Tal vez un día de estos empiece con algún relato nuevo, pienso en nuevas historias pero todo son referencias nada disimuladas de la última película que he visto o simplemente escenas que siempre me tienen a mi como protagonista. Tengo una imaginación tan reducida como inmenso es mi narcisismo. Pero todo es una fase, enseguida llegará algo nuevo... siempre me pasa, sólo me quejo por quejarme, porque tristemente no me da tiempo para ver una película entera y me quejo de que tengo que ir a practicar deporte, y no me apetece. NADA EN ABSOLUTO.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Crítica a "Blue is the warmest color" (La vida de Adèle)

Me encuentro con sentimientos contradictorios con esta película. Me falla demasiado argumentalmente partiendo de que no sé nunca en que momento de la vida de la chica me encuentro, ocasionalmente descubro que acaba el instituto, que empieza a trabajar y que deja la casa de sus padres para pasar a vivir con su pareja.... Me siento estafado cuando descubro con el personaje de Emma hechos que desconocía y que lejos de dar la sensación de sorpresa, me traicionaron como espectador. Comenzando una película que parte con la presentación y desarrollo de un personaje no puedes darme de forma tan velada datos relevantes, porque cuando Adèle presenta sus escusas no me las creo. Me descubro con cara de tonto cuando me hallo espectador parcial de una historia en la que como si de un libro roído se tratara, no me han contado una parte fundamental, si no era de Adèle de quien estaba viendo su historia ¿Qué hago aquí? ¿Qué estoy viendo? Me sitúan en una situación en la que me siento ignorante de cuanto pasa. Nada me deja adivinar lo que reconoce Adèle la noche que llega a su casa que marca un punto de inflexión en la historia y algo tan significativo lo pasen por alto es algo que no le perdono a la película o tal vez soy yo quien ha desarrollado una empatía con la pareja y no quiere verlo pero esto a su vez me lleva a pensar ¿Cuan legítimo es incluir en una historia algo para lo que no estoy preparado, algo que no preveo, algo que aflora con esa precipitación? (Aun en el caso de que la infidelidad estuviera completamente injustificada, que fuera un hecho egoísta, quiero ver a Adèle equivocándose, siendo la hija de puta que ha resultado ser o si no me lo cuentas todo de otra manera, como en el comic) y ¿cómo es que de repente Emma sabe más que yo? ¿En que momento se me presenta que ella pueda albergar alguna sospecha? Me echan a la cara un cubo de agua completamente destemplada y participo de una escena bochornosa que aun no consigo digerir... El problema radica en que hay un cambio brusco en la narración de los acontecimientos, mientras se han encargado de hacer del principio un seguimiento claro de cuanto en la historia pasaba, de pronto cambian y el secretismo deja lugar al aturdimiento y a la incredulidad. Desde mi punto de vista fracasa.
Es una forma de hacer las cosas diferente, pero lo diferente no es la bandera que muchos han querido ver para amparar las malas decisiones.
Otro hecho nefasto que cuya valoración comparto con una amplia crítica es que no se muestre parte fundamental de la historia en la cual los padres de Adèle poco menos que la tiran de casa cuando descubre su condición sexual. Demencial que algo así no entrara en pantalla. Injustificable y penoso.  

Además la ausencia de planos de transición entre unas escenas y otras generan poco menos que bofetadas visuales a todo aquel que no esté preparado para ver un cúmulo de escenas de muy variado "calibre". Es un sentimiento similar a cuando estás en una habitación oscura y entras en una muy iluminada, incomoda hasta que vas ajustando tu cerebro para meterte en esa nueva situación. La película no te pone las imágenes fáciles de recibir, no tiene porqué hacerlo, pero habría agradecido que lo hiciera.
No quisiera que pasara por alto tampoco en esta crítica que el doblaje castellano, es muy deficiente en algunos puntos donde se arma barullo o se unen los comentarios de varios personajes. Pero es algo con lo que puedo vivir.

Pero no todo es susceptible de quema. Empezando por la maravillosa interpretación de Adèle Exarchopoulos (Adèle) y Léa Seydoux (Emma). Las escenas con conversaciones de arte y filosofía me cautivan por ser mi mayor pasión a titulo personal, por lo que no puedo ser imparcial. La película gana madurez conforme avanza y la evolución del personaje que acabamos viendo en un marco general llena la película y la convierte en interesante durante tres horas, que se dice pronto.

El ritmo que tiene al principio de la película me parece ideal, sosegado y tranquilo, aunque los personajes estén llenos de angustia y desconcierto crea una atmósfera muy placentera y sublime. Pero conforme avanza unos sucesos se enlazan con otros sin dejar apenas espacio para ese ritmo pausado del principio, vemos a un personaje arrojado a la madurez y desamparado y es donde la película se vuelve más pesada, es un cambio que no acabas de percibir con naturalidad pero lo asumes y no le resta interés al film. El ritmo lento de nuevo que se retoma en el final donde prácticamente no se desarrolla acción y se limita al retrato de la tristeza y la angustia de Adèle con mucho acierto, la escena de ella llorando en el banco donde se besaron por primera vez me parece de lo más tierno que he visto pero quizá sí me sobraban minutos de clases de párvulos.

El asunto que más polémica ha levantado sin duda es la recurrencia, para muchos excesiva, de escenas sexuales lésbicas. Mi opinión a ese respecto es clara. No me aburrí de ver primeros planos de Adèle mirando por ventanas como no me aburrí de ver escenas de cama. Es una historia de jóvenes y lo que se deja ver en la historia es que el sexo y la espiritualidad del placer carnal femenino, es el pilar más firme sobre el que se asentaban sus emociones mutuas. Hay quien ha querido ver en esas escenas una burda forma de hacer pornografía comercial, a mi me transmitían mucho mas. Parte fundamental de la historia no se entiende sin oír ni ver a Adèle teniendo sexo. Además las dos están buenas de que te cagas.

Creo que esto es todo cuanto tengo que opinar de la película. Puntos muy débiles a nivel de guión y puntos muy fuertes en interpretación. Una película que se ha llevado más premios de los que merece y que habla muy mal de la critica cinematográfica actual completamente corrompida con la idea de convertir en arte algo chocante independientemente de que sea mediocre. Pero ¡eh! Léa Seydoux con el pelo corto y azul es extremadamente sexy.


lunes, 1 de septiembre de 2014

Todo es en el fondo más fácil de lo que parece. Últimamente tengo la sensación de que al fin estoy en mi sitio. No ha cambiado nada, quizá solo mi actitud, quizá sólo ha hecho falta mirar hacia dentro. Tras devanarme los sesos sufriendo al ver mi propia camiseta desencajada he descubierto que no era la camiseta la que estaba del revés, sino que era yo el que le daba la espalda al lado correcto. Estoy seguro de que un viaje me habría ayudado. Últimamente le estoy dando muchas vueltas y hay algo que me gustaría hacer. No ahora, no como un proyecto sino... más bien como un apetito. Hace tiempo descubrí una página donde ofrecían trabajo no remunerado en plan "quieres viajar o conocer tal sitio" pues por trabajar en esto tienes comida y alojamiento. Me gustaría irme un periodo sabático al campo, trabajar en el campo. Sí, ya sé que tiene que ser durísimo trabajar de sol a sol por 0 perras. Pero creo que una parte de mí me pide constante e incansablemente ponerme a prueba. Además de que me gustaría aunque fuese por poco tiempo conocer algo diferente... levantarme y acostarme temprano, dejar móviles, lavadoras, coches y transporte público, comida envasada al vacío, ascensores, ruidos y humos, aceras con baldosas con patrones endemoniadamente hipnóticos que te obligan subconscientemente a andar pisando -o no- las rayas del suelo... y esas cosas que odiamos las personas extravagantes. Lo cierto es que aquello que primigeniamente pasó por mis ojos de refilón, en lo que apenas reparé, ha estado últimamente ganando terreno en mis pensamientos como una marabunta gana terreno a una vegetación nada peleona.

Periodos sabáticos en el campo... que cosas...

Jaulas y pájaros.

La libertad consiste en lo cerrados que quieras tener los ojos.


Últimamente he desaparecido como persona, quería no centrarme en nada en particular. Dejarme llevar por mareas de viento que discurren entre la gente sin mayor aplomo. Quería reinventar mi persona y creo que lo he conseguido, ser autónomo. No depender de nada ni nadie para sentirme a gusto, en paz. Ni contento, ni triste; simplemente sosegado. Tranquilidad. Era todo cuanto buscaba, quería dejar de mirar fuera y mirar dentro, reducirme a un yo puro y sin asignación. Ahora mismo me encuentro bien. Como nunca me habia sentido. He llegado a un estado vital idílico. Ahora mismo mi ánimo es intocable.

Con esta liberación he comprendido que todo en este mundo es cuestión de perspectiva. Cuanta más perspectiva eres capaz de abarcar, mejor respondes ante todo. Parece una tontería, pero ahora soy capaz de ver la intención y la condición detrás de las palabras y los actos, y ante ellos, sé donde situarlos, para que algunos lleguen dentro de mí y otros no.

He decidido replantearme en el mundo, como un ajente activo y receptivo a la vez, hacer y verme haciendo. Moverme mientras miro mi reflejo activo, para poder volver a enamorarme de mí mismo como aquella vez hace tanto tiempo... como aquella vez, cuando solo era un niño.

Últimamente pienso en la unión cosmica entre los principios lógicos y la creación artistica armónica. Quiero decir, si en realidad el arte armónico guarda un equilibrio intelectual medido. Como esferas que caen a un lago y provocan ondas y movimiento preciso pero no violento. Los principios matemáticos no serían más que el primigenio cimiento sobre el que se asienta la belleza pura aunque no acabamos de encontrar el enlace entre lo uno y lo otro. Me gusta metafisiquear sobre conceptos y definiciones.

Con esta quietud de ánimo no estoy seguro de poder escribir algo de poesía. Pero no me importa. Nunca quise ser poeta de todos modos. La poesía en mí fue accidental, así como accidental será su fuga, accidental e inadvertida. El mundo no pierde gran cosa con esta carencia poética.

Así es como están las cosas.

Jaulas y pájaros.

domingo, 3 de agosto de 2014

Toda cara, tiene su cruz. No, no... literalmente.

Escribir con calor es insufrible e insoportable, siempre me lo ha parecido. Esa es la primera razón por la que el mes pasado no escribí nada. La segunda es que nada de lo que he escrito hasta ahora me gusta ni me convence, es cierto que lo nuevo me gusta más que lo viejo -y menos mal-. Pero que una cosa me parezca mejor que otra no la convierte en buena.

Tampoco he escrito porque he pasado unas semanas un tanto extrañas, sin saber exactamente lo que quería, sin saber qué era yo exactamente, y lo peor y más preocupante, sin pensar que ello era un verdadero problema, sin caer demasiado en la cuenta vaya. He estado unos días desaparecido, no de mi blog: del mundo. Mirándome al espejo me parecía encontrarme. Pero qué va.

Sin embargo no todo lo que me ha sucedido estas últimas semanas es malo. Estoy leyendo bastante, lo cual es bueno, pero no sé si con ello me acerco a lo que busco. Supongo que un poco sí.

Porque lo que estoy empezando a pensar es que en realidad nunca he buscado más que fantasmagorias, fuegos fatuos que como un chiquillo curioso he seguido en una noche de verano por un bosque oscuro y esos reflejos de luna tan hermosos, que parecían tan cercanos, me han ido atrayendo como canto de sirena a un lodazal turbio y abyecto del que no puedo salir, y de repente ¡paf! con la fugacidad de un soplido que apaga una vela, mis objetivos se han roto en mil pedazos frente a mis ojos. Mis grandes hitos han caído; mis dioses en sus respectivos ocasos; mi revolución, corrompida; mis ideales y principios, desdeñados... por el príncipe de los necios.

Tengo la sensación de que me paso la vida diciendo "acabo de pasar una mala época". Pero lo cierto es que no, no estoy en una mala época, porque esto a lo que llamo época, es mi vida. Y no se va a corregir como mancha de pintura que con frotando se desvanece es más un tatuaje que se resiste a todas las voluntades -no con esto pretendiendo decir que sea eterno-. Porque ganas se necesitan, pero también un objetivo claro y conciso y es obvio que esto último no lo tengo, ni tampoco soy capaz de encontrarlo.

Me acuerdo cuando de joven quería mi revolución, me exaltaba con palabras grandilocuentes. En aquella época, podía ser muchas cosas, entre ellas ingénuo podría llamárseme, pero hay una cosa muy cierta, tenía ilusión, un motivo que me levantaba por las mañanas, algo que me movía. Y daba sentido a mis actos. Ahora parece que en lo único en lo que estoy interesado es en echar un polvo sin compromiso alguno. Puede que ahora hable con más propiedad y razonar mejor, ver según que cosas con otra perspectiva, pero la evolución no ha sido del todo buena, al menos hasta ahora. Y en todo esto subyace una única cosa, una única cuestión, ¿Qué me mueve? ¿qué estoy resuelto a encontrar?

¿qué quiero? ¿la bohemia? ¿y qué se supone que es? ¿pelagatos del quince en un bar que disfrutan lamiéndose sus heridas y echando sal en las de otros? ¿beber hasta la enfermedad lamentándose de la fatalidad de la vida, de la agonía de saberse débiles y abandonados contra un irremediable y desafortunado destino de incomprensión otorgada por uno mismo? No es eso lo que busco.

¿Quizá un grupo de snobs con camisas de cuadros que conozcan toda la obra de, sí hombre, este escritor que está ahora tan de moda, que tiene una visión radical sobre las bases sobre las que se asienta el concepto primigenio de la literatura intimista franco-sajona-germana-etrusca-jodida de su puta madre que a nadie le importa (alguien, en algún lugar -estoy seguro-, sabe a qué me refiero)? No, gracias aunque igual yo si que me he vuelto algo snob, un snob inculto pero para ser un poser (de postureo. No se como se escribirá) no hace falta saber, por suerte y desgracia.

¿Y qué quiero un grupo de hippies emporrados, barbudos, de pantalones roídos? (esto tal vez sea algo nazi) pero entre ellos no se esconde ninguna mente brillante, ni tan solo se acercan a la idea de intelectualidad, créanme, no hay nada que se pueda sacar de ahí.

De modo que me encuentro colgado de un hilo de tela de araña, creo que estoy empezando a disecarme y también creo que seria buena idea tomar una decisión ¿qué quiero?

Quiero ser actor pero tal vez no lo consiga. Considerar esto no es alejarme de tal propósito, tan solo es alejarme de un posible y vulgar suicidio que por más que me desagrade pensarlo, sí, pasaría del todo desapercibido para la sociedad. A si que vamos a dejarnos de memeces que ya va siendo hora de aterrizar en el planeta tierra. Ni quiero nada del otro mundo, ni soy tan desgraciado como intento aparentar. Me gusta actuar y ojalá consiguiera hacerlo, pero en mis sueños he visto la felicidad dando clase de filosofía y teatro en algún colegio o instituto. También de otras muchas maneras, no hay una sola formula para la felicidad, pero sí una única actitud y esa actitud, pienso acerla mia. Estoy resuelto a dejar de esperar mi tren y empezar a caminar por las vías. Y sea donde sea que vaya a llegar ¡Qué se preparen!

Esta mierda de positividad puede que no case mucho con lo que acostumbro a escribir aquí, no es que piense que todo me va bien, es que creo que parte de mi remodelación como persona que es mi metamorfosis en araña se cuelga del dejar de esconderse y llorar. Ser más realistas, no por ello abandonandonos al sistema (lo cual no seria metamorfosis sino la muerte)

Pues aun no he descubierto que es lo que quiero ahora mismo, no a nivel laboral o estudiantil, sino a nivel personal, pero al menos ahora tengo la resolución para intentar encontrarlo. He decidido que quiero encontrarme a mí mismo.

No deseo salir con ninguna chica ahora mismo porque no tengo nada que ofrecerle. Ahora mismo yo soy un compendio de cosas mal ordenadas, como un cúmulo de actitudes y aptitudes aleatoriamente reunidas en un mismo ser que no es capaz de saber que es lo que se esconde bajo su piel. Siento que cada libro que leo, cada canción que escucho cambia por completo mi actitud y forma de estar, esto en arte se debe a mi impulso interpretativo de ser siempre el personaje que en un momento determinado cruza mi mente nada determinada.

Y así está el panorama. Debo aprender a volcarme en cosas y no pasarme la vida consumido por cosas triviales, si no tengo una relación ni nadie con quien la quiera, eso que me llevo, a veces parezco algo estúpido. No hago más que escupir en la cara de todo lo bueno que me pasa. Tengo todo en la palma de mi mano, a si que Guillermo, de una vez y por todas, aprende a cerrarla con fuerza y despréndete de una vez de todo tu lastre, que si bien una parte es irremediable, con la otra bien puedes cortar ya mismo.



Me he dado cuenta últimamente de varias cosas, pero sobre todo una es especialmente importante. No importa en absoluto lo que eres, sino quién eres, y hay una sutil pero fundamental diferencia en estos dos aspectos. A quien coño le importa que seas manco si tienes la capacidad de escribir el quijote, a quién le importa que seas el amante de una prostituta si puedes escribir los versos de Baudelaire. Debemos exhibir lo que somos y sentirnos orgullosos, por quien somos, porque la estatura nos la dan, pero el tamaño, lo elegimos nosotros.

lo que vendrá a continuación no sé lo que será, pero la autentica pregunta es. ¿Lo quiero saber?

sábado, 28 de junio de 2014

yo, compendio de promesas mal cumplidas



Desayuno cinismo edulcorado con grilletes de autocrítica mal digerida
cabalgo en pánico en yegua negra de mareas de tinta que me engullen
Soy un no-siendo estrambótico y deliberado, con premeditación y alevosía
Soy una herejía, mal que me pese, un gran día que se amanece truncado
Un café con sal me saca del ebrio abrazo y vuelvo la almohada y me escondo de...
mi reflejo es aquello que nadie desea tirarse a la cara
Me tiro desde las rocas, me despeño y nunca doy con la muerte
¿qué soy? un tío con suerte
suicida reconocido, hijo pródigo e ilegítimo, funesto gesto repetido en el funeral
de un don nadie.
Las cloacas son, mis aguas termales particulares, las ratas fueron las primeras listas.
Un Kafka se une a mi fiesta del alboroto y juego a arrancarle las patitas.
Me suena el celular, pero está empapado y sucio. Lo tiro a lo profundo

¡qué se lleven los deshechos el cemento de mis prisas!
¡quédeme yo en el imperio de mi podredumbre intelectual!

miércoles, 18 de junio de 2014

Kick The Kitty (ch.1)

Me siento tímidamente influido últimamente por un texto de una amiga que sigo y como yo soy como soy y no me puedo resistir he escrito algo del mismo estilo, no sé, por probar que nada quede... además va muy enfocado hacia el concepto de lo peligroso que tanto interés me está suscitando últimamente... Lo peligroso como arte y forma de exhumar el secreto amoral, lo peligroso como denuncia de un sistema que SI cobra víctimas. Lo peligroso para enseñar la cloaca de esta sociedad embellecida con máscara, aquí va un relato -que tal vez alargue- llamado Kick The Kitty.


La tarde transcurría con relativa paz. Estábamos en casa de Alex y yo estaba deseando que se fuera el sol y sus padres para poder empezar a beber cerveza, quien sabe, igual esa noche conseguía emborrachar lo suficiente a Jesica como para que me dejara acostarme con ella. Sonreí ante aquella perspectiva.... Aquella mañana había tenido que ir al instituto a hablar con el orientador y con mis padres, eramos tres entidades en la conversación pero aquello fue monológico. Yo repetía por tercera vez curso y tenía que dejar el centro. Mis profesores fingían preocuparse por mi futuro y citaban a mis padres.... Aquello era una putada. Yo, por mi parte, tras una mañana de disculpas del chupapollas de mi padre al capullo del orientador y un mediodía de gritos encolerizados, me preocupaba si aquella noche iba a poder acostarme con la chica que tenía cogida por el hombro. Así era yo, el perfecto ejemplo de desecho estudiantil, a nadie le importaba demasiado. Desde mi perspectiva, claro. A mis padres les preocupaba pero no conseguían nada con sus gritos, sólo que día a día me volviera más violento, más inestable, más irascible, más peligroso....

El sótano de Alex era oscuro y sucio pero olía a gasolina y ese olor en verano nos colocaba muchísimo con la maría. Habían bicicletas enganchadas en las paredes, con los radios torcidos y una capa de pintura que saltaba solo con mirarla. Habían también herramientas por toda la mesa de madera destartalada de la esquina, cajas apiladas en otras esquinas, electrodomésticos viejos vestidos con polvo.... Nosotros nos sentábamos en un sofá viejo de piel sintética marrón con gomaespuma sobresaliendo por agujeros y muelles desacolchados. Habían sillas viejas e incómodas, donde se sentaban los que no cabían en el sofá mientras los padres de Alex seguían en casa, luego cogían almohadones viejos -que también los había- y los tiraban por el suelo, luego ellos se tiraban por encima. Concha, la madre de Alex, nos prohibía tocar nada, estoy seguro de que pensaba que era una mala influencia para su hijo pero al estar ahí, junto a su núcleo familiar, creía que nos tenía vigilados, creía que podía controlarme. Cuando ellos se iban al club a las ocho, a jugar a las cosas a las que jugaran los cincuentones borrachos hasta las doce, nos mandaban a todos a casa. En realidad esperábamos en el porche de una casa abandonada dos calles más allá, de cinco a diez minutos. Luego Alex llamaba y volvíamos a su garaje a fumar hierba. Él se enrollaba con Amanda cuando quería dejar de beber y yo y Jesica subíamos al cuarto de sus padres. Jesica y yo eramos conocidos desde pequeños y a partir de los catorce siempre fuimos de la mano, ella empezó a beber cuando empecé yo, y yo a fumar cuando ella me enseñó. Desde los dieciséis nos enrollábamos gratuitamente, sin amor ni compromisos que valorábamos de absurdos. Ahora teníamos dieciocho, ella no me dejaba metérsela pero salvo eso no se me ocurría nada que no hubiésemos hecho sobre la cama de los padres de Alex.

Después estaban Mar y Jaime. La chica muy alta, esquelética, modelo caída en anorexia y recuperada... parcialmente, no era en absoluto apta para los estudios, a los quince años no tenía ni el pseudofísico ideal de la voraz industria de la estética ni tenía la pseudointeligencia requerida por esta sociedad a la que detestaba, esta sociedad a la que todos detestábamos. El chico, enfadado con el mundo, buscó en el tabaco de después de clase la salida al estrés que acumulaba las expectativas depositadas sobre él por sus padres.... Él colado por ella... y ella colada por mí, eran la única pareja del grupo que no se comían la boca cuando iban pedo.

Aquel año habíamos estado yendo con otros dos chicos y una chica, pero aun no habían pasado nuestras pruebas para convertirse en uno de los nuestros. Aquella noche sería su prueba de fuego. La chica y uno de los chicos tenían diecisiete, pero parecían mucho más infantiles que Mar y Jaime. Mi compañía corrompía, según decían los adultos... pero lo cierto era que te hacía madurar, te golpeaba en tu autoestima hasta convertirla en hierro, conmigo te volvías egoísta sí, pero valiente y decidido. En aquel sótano te volvías más fuerte, más animal... o eso o volvías a casa con un trauma que requería psiquiatra. No había término medio. Era irónico, mi padre se dedicaba a eso mismo. Quizá por que odiaba a mi padre hacía el trabajo inverso con esos chicos. Un psiquiatra como progenitor del anticristo. Esa era la opinión que tenía sobre mí. Así era yo. Ese era mi poder: convertía a la gente en la versión más grotesca de si mismos, y todos salían satisfechos con el cambio. O eso quería creer yo. O eso me hacía creer mi puerilidad.

Íbamos a hacerles las tres pruebas aquella misma noche, antes de que regresaran los padres de Alex, luego iríamos al polígono abandonado a celebrarlo, junto a la playa, hasta que saliera el sol y quisiéramos volver a casa. El verano acababa de empezar, aquel comienzo estaba siendo caluroso y agoviante y yo me ponía de muy mala hostia cuando hacía calor y no podía beber cerveza fría. Cuando dieron las ocho y tuvimos que dejar momentaneamente el chalet para escondernos en nuestro viejo porche de nuestra vieja casa, pasamos por una pequeña tienda y opté por comprar allí bebida. El dependiente debía pertenecer a algún país de Europa del Este. Me pidió la documentación, y yo pretendiendo ingenio impertinente le pedí la documentación reglamentaria por residencia. Me quiso echar de la tienda, pero le di finalmente mi DNI con despreció y una risilla socarrona y racista. No es que lo fuera realmente, es que me divertía hacer de chico malo. El que estaba tras el mostrador no quiso desperdiciar la venta por aquel comentario, aunque a mí si que pareció despreciarme bastante. Salí recitando alguna obscenidad xenófoba que entoné para que escuchara.

Cuando regresamos a casa de Alex no quedaba botella, Yo y Jessica nos habíamos bebido más de la mitad; Amanda, Jaime y Mar también habían dado algúnque otro sorbo pero aun eran escrupulosos con beber por la tarde, siempre esperaban a la noche, como si ésta les cediera una licencia de aprobación. El mundo entero nos detestaba pero ellos aun esperaban a que la noche los arropara con su manto de ebriedad discreta. Hubo un tiempo en que yo me comportaba igual, como si el sol fuera un espejo y me trasmitiera la nitida imagen de un chico acabado un chico perdido sin sueños ni ilusión, al final aprendía reconocerme con ese reflejo. Al final aprendí que yo era justamente aquello, no diría tampoco que aprendí a vivir con ello, porque me arrepentía mucho de aquello en lo que me había convertido, en el fondo deseaba que todo hubiera sido distinto, en el fondo deseaba ser uno de esos chicos que estaban en la universidad. Los novatos a penas le dieron un trago a la cerveza, por no quedar mal sobre todo. Cuando regresamos al sótano Alex nos esperaba con nueve vasos y tres botellas de vidrio sobre la mesa.

-El otro día visité a mi abuela y tiene un minibar tan grande como pequeña tiene la memoria, tengo dos botellas más pero esas las he dejado para más tarde, Toni.

-Bien... -Dije yo con una inmensa alegría y satisfacción, después de aquel día de espanto necesitaba beber. Realmente todos mis días resultaban asquerosos y beber con mis amigos era lo único que me alejaba de mi vida de mierda con la que hubiera acabado hace tiempo de no ser por gente como Jesica o Alex les necesitaba mucho más de lo que jamás admitiría. -Ese es mi chico ¡joder! -Le cogí de la cabeza y junte mi frente y la suya con un cabezazo brusco-. ¡ese es mi chico! Sabes que te quiero ¿no? ¿Lo sabes, tío? Sabes que eres mi mejor amigo ¿y sabes por qué? porque eres valiente y no te acobardas, porque eres cojonudo y tienes unos huevos donde un jodido hombre debe tenerlos. ¡Todos a beber! -Fue una orden-.

Todos tomaron un vaso y dieron un sorbo, unos lo dieron más largo; otros, muy nerviosos con su debut lo acortaron todo lo que pudieron. Lorena, Miguel y Lucas era la primera vez que salían con nosotros de noche: habíamos pasado tardes con ellos pero solo fueron tardes inocentes, anodinas, tardes cualquiera bebiendo botellines de cerveza, fumando algún cigarrillo y quejándonos del mundo, escuchando el nuevo disco de Eminem mientras Alex y Jesica se daban hostias con sus monopatines practicando este o aquel salto, sabían cual era nuestro rollo pero solo por encima, sólo conocían el humus de nuestra locura, el estrato más superficial de nuestra desesperación y demencia. Aquella noche iban a conocer nuestro infierno.

martes, 17 de junio de 2014

Yo y mi cursilería

Sus labios se acercaban lentamente... o tal vez eran los mios que se aproximaban a los suyos. El vacío se creo a nuestro alrededor con suaves pinceladas de universo estelar. Sus labios dubitaban, quizá solo estuvieran nerviosos, tiritaban sin frío. Algún hipotético marionetista estiró del hilo de su mentón. Al ascenso se le unieron sus piececitos del treinta y ocho. Sus ojos verdes me suplicaban algo, o tal vez buscaban algo en los míos marrones. Una mirada con esa disculpa implícita que sin motivo dan las buenas personas como ella cuando perciben tu sufrimiento y no saben como aliviarte. su generosidad era algo que siempre me había encantado de ella. El hilo de su respiración impactó contra mi corta barba. Seguimos el camino mientras el vacío treminaba su obra cósmica rotatoria a nuestro alrededor. Culminamos el camino en un encuentro. Nos besamos, y por primera vez en mucho tiempo, dejé de sufrir...
Los suyos tan dulces... los mios curtidos en mil derrotas... No quisimos que fuese breve. Teniamos que contarnos muchos ilusiones e insomnios en esa unión. Mis brazos la abrazaban por detrás, ella los cogía para no caer. Cuando nos separamos sus ojos chillaron preguntas sobre la calidad de sus labios, los mios, si hubieran podido hablar se habrían quedado sin palabras, y ante la estupidez de nuestras miradas, nuestros labios tomaron el control de la situación de nuevo... cuando volvimos a respirar por la boca, nuestras miradas ya solo decían una cosa. Decíamos la misma cosa. La única cosa que queríamos oír. Te quiero.

Lo siguiente ya fue cuestión orbital, de cuerpos magnetizados siendo a su vez atraídos por la gravedad de unas sábanas y un colchón. Cuerpos que en su encuentro destruyen el ornamento que los esconde, cuerpos que se funden en una noche azabache y comprenden la esencia de lo inefable...

jueves, 12 de junio de 2014

Animales en la cárcel del decoro jugando a la libertad, pero animales al fin y al cabo, animales ansiosos, animales sin reparos. Animales supersticiosos y despiadados, animales teóricos... y nada prácticos. Animales semánticos, sádicos.... Pálidos y morenos, altos y bajos, animales con instinto pero con registro... animales con y sin Jesucristo...

Animales famélicos, animales histéricos, animales enjaulados, animales muertos y expuestos en vitrinas de barro. Animal humano. Animal social contemporáneo...

Sucio mono en árboles de estaño.

víboras vivientes vocales de la muerte

¿Quién es? Yo, si es alguien más que se presente. Le espero
Oniria encuentra a Insomnia, los dos conectan bien. Él la dejó a ella, cuando encontró otra mujer
ella quedó preñada, despechada y sin saber, el porqué los hombres juran amor con vistas a interés
ella le vomita a él, ella ahora es una puta, pocos la quieren ver

Pocos quieren ver nada. Sólo se quiere el amor pasajero, consumar en el lecho. hacer lo indebido, pero llega el invierno, y la golondrina deja los huevos en el nido.


Tengo una imaginación desbordante quizá. Estoy bebiendo té (muy amargo por supuesto) y se me ha derramado una gota. Hace calor y voy sin camiseta, en cuanto se me ha caído al pecho he empezado a fantasear con una lengua de mujer que hacia ese recorrido. Ha sido muy sugerente. También me gusta mucho esa palabra: sugerente... es tan... sugerente... en fin voy a dejar de hablar porque ya no digo nada con sentido.

Me gusta, me gusta hacer de esto un pequeño rincón donde guardar mi mierda y las chorradas que se me ocurren. Está bien. RAW SUGAR!

martes, 10 de junio de 2014

Con tantas personas pensando en el mañana, hemos pasado a convertirlo en nuestro presente. ¿Asi cómo no vamos a odiar nuestra vida si la hemos convertido descaradamente en un imposible? Pero vamos que a mi lo que hagais con vuestras estúpidas vidas me da lo mismo. Solo lo digo porque mi nihilismo y sequedad me han dejado un ratito libre.

PD: Os odio. Muac

viernes, 6 de junio de 2014

Estúpidamente original

Hay que ser estúpidamente original. Hay que trasgredir la norma, siempre y a cada momento, tenemos que pensar en lo que pensaremos pasado mañana y acordarnos de lo que hicimos anteayer y esto no lo digo por nada. Si sólo recordamos ayer, solo seremos capaces de pensar en mañana porque mañana ya es presente, y hoy es pasado. Así de rápido es el mundo. Tenemos que adaptarnos, rápido y sin miramientos, o te equilibras o caes, es así de simple. Debemos hacer lo que pensaremos pasado mañana porque hoy la gente -que, por cierto, ya está en mañana- no nos entenderá, pero pasará un día y entonces captarán nuestra genialidad. Porque inteligentes somos todos, pero genios somos bien pocos. Deja de adorar a Benedeti y ponte a buscarle los puntos de las ies, te odiarán, sí, seras odioso. Pero sé consciente de que la gente que te odie por ello en realidad se odia a sí misma porque a ellos no se les ocurrió antes aquel comentario destructor sin posibilidad de réplica. Que te odien y que nadie te entienda, cuanto más tarden en comprenderte significa que más lejano es el mañana en el que pensabas.

Cuando gustes, innova o muere. Sé estúpidamente original, ya te digo, si no eres un intelectualillo más del montón diciendo chorradas -chorradas que dentro de nada serán pasado, por cierto-. Chorradas como escriben también otro puñado de gilipollas. Pero aquí si te desequilibras nadie te da la mano, nadie puede dartela para empezar. Nadie puede. 

-Gilipollas. Me llaman.

-Estúpido. -Corrijo yo- ...Y original, de paso.

miércoles, 4 de junio de 2014

Is it ever gonna be enough?

G. G. G.

Necesito ir algún día de este verano a algun concierto. Me estoy dando cuenta de que ahora mismo no necesito ni mujeres, ni libros, ni deportes, ni descansar. Necesito experiencias, algo fuerte, Dios nunca he deseado tanto que me diesen un jodido puñetazo en la cara, nunca he deseado como ahora beber hasta quedar inconsciente, ir a doscientos por hora en un descapotable. Cosas que nunca fueron conmigo ahora se me presentan como necesarias, imperativas. Tengo a Mia enferma en la cama desde hace un par de meses, desde hace algunos meses, desde ahí me ha susurrado mi últimas poesias. Está mutando, ella lo sabe y yo también me doy cuenta. Estamos cambiando y nos da algo de lástima admitirlo. Seguimos siendo nosotros, pero queremos otras cosas, ella ya no es una mariposilla frágil y delicada, caprichosa y consentida. Ni yo soy un príncipe encerrado en su introspectivo mundo de hadas. Aquella existencia ha dado vida a otra cosa. Un desenamorado de la vida enamorado de las mujeres hermosas. Un amante compulsivos en busca insaciable de amantes físicas en las que poder eyacular y con las que poder compartir un cigarrillo después.

Me gustaría por una vez en mi vida hacer todo aquello que ni puedo ni debo, y no arrepentirme después. Maldita sea me gustaría ser lo suficientemente fuerte como para no arrepentirme más de nada. Desde hoy me bautizo araña, y dejo a mi reino destronado. Llegaré a la cumbre y ya se arrodillarán todos lugeo. Ahora soy Araña. ¡SOY ARAÑA! Lo soy por la soledad en la que vivo. Por el desprecio que otros me profesan. Por la incomprensión agridulce que baña mis labios. Soy araña porque soy asqueroso por naturaleza. Soy la criatura del abismo, aquella que no puedes ni quieres contemplar, aquella que te declara débil, escrupuloso. Soy alguien hecho para la belleza de una obra de hilo cuyo único fin es la muerte así como mi manutención. Odiado y odiante. Soy Araña y ésta es mi tela de seda de versos enfermizos y contaminados con mi autocompasión. Degradado, y manchado. Un paria en esta farsa de sociedad que me rechaza tanto como alto llego. Seguiré escalando por la montaña de mi submundo viviendo sólo pero no una vida de príncipe bonita y cómoda, con princesas y coronas. Una vida de deshonra y testosterona. De sangre, de amor crudo, de teatro y de poesía. Soy Araña y esto no va a ser dulce ni amable. Ni pretende serlo.

Rebautizo así pues a Mia, mi querida musa. Antes la única que calmaba mi temor a la soledad, aquella que me destacaba que me hacia especial, aquel ente al que amar cuando todo el mundo era una mentira y representaba todo cuanto era despreciable. Nos hemos abierto al mundo pequeña, ahora eres mi invisible compañera en este mundo de mierda en el que nos sumergimos, no se si saldremos vivos de ésta, cariño. Lo que sí te puedo asegurar que ahora te quiero como nunca lo he hecho, ahora te amo y adoro en un sentido nuevo que quiero seguir explorado. ¡A la mierda con lo debido! triunfemos en este nuestro coliseo de desperfectos humanos. Acompáñame en esta noche eterna de vicios y obscenidades no censuradas. Despierta o renace... mi querida Vixen.
¿Por qué siempre tiene que sucederme tan rapido?
¿Y por qué tiene que ser siempre de las mujeres equivocadas?

lunes, 2 de junio de 2014

Últimas palabras

Esta vida mia no es importante
esta vida es mero trance
hacia un fin que realmente deseo
no es esta vida la que me inspira
el seguir viviendo

Mi vida es desastre
y deseo constante
de morir de viejo
quiero que acabe esta vida
y las posteriores en las que no te consiga

Quiero llegar al día en el que pueda mirarte
tocarte, sentir tu piel
ver de nuevo el brillo de tus ojos
Poder asistir al espectaculo de tus labios
moviendose al son de tu voz de miel

quiero... sólo quiero... volverte a ver...

Grabaré un te quiero en la luna
que te arrope en tus noches de insomnio
Seré cada gramo de azucar
que aplaque de lleno tu amargura
y no llegue nunca a turbar tu rostro

Desearé que tu hijo crezca sano y fuerte
no importa quien sea su progenitor
qué el hombre a quien tú en verdad ames
reciba mil veces mi bendición

Mientras tu vivas yo viviré en mis deseos
para contigo
Vive, sé feliz y con ello
haz que mi amor y sufrimiento,
hayan tenido sentido


my little girl,
why am i so fucking in love with you?

jueves, 29 de mayo de 2014

Suspendido en la tilde del "esperaré"

Besé cada flor del ramo que dejé en la puerta de tu casa
eperando que al olerlas tú, sientieras el calor de mis labios
y poder regalarte además del ramo
parte del amor que nunca pude hacer que te llegará

Sobredosis de soledad
alma apatica, anónima, encerrada
enferma por la anemia que le produce a mi piel
la falta de la luz de tu mirada

Soy el ciego entre todos los tebanos
Morfeo de los soñadores, deseo mal llamado tontería
garganta acongojada de mucosa enamorada
y flaca argumentación por la manutención de mi vida
aterra mi alma viendo los sangrientos
demonios que aguardan la caza de mi cuerpo

Te amo y en este infierno de amor
vivo convertido en perro de tu belleza
entre arapos mojados de lágrimas y sudor penetra el frío
Segismundo destronado al encadenamiento de tu ser

Y así seguiré. Porque quiero y porque no puedo decir no
porque contigo hay sentido
sin ti. Obtuso vacio
la realidad son difusas corrientes
y lo más cierto es nuestro adiós
y el amor que te procuro
y desde éste, mi lado oscuro
Te deseo por siempre la suerte... de los dos


miércoles, 28 de mayo de 2014

Enfermedad.

Esta entrada tiene dos relatos anteriores llamados Precipitación, y Amabilidad; todos ellos forman parte del Present 4 (abajo de la entrada está el link para ver las dos entradas anteriores) para comenzar a leer la historia sería conveniente empezar por el principio.



Aquella madrugada me desperté bañado en un sudor gélido que me sobrecogía todos los huesos. Había tenido una pesadilla horrible. No se me quitaba de la cabeza. Sentí mi cráneo muy pesado cuando traté de incorporarme. Miré mi teléfono móvil que me hacia las veces de reloj despertador. Las seis y treinta y seis minutos de la mañana. Cerré los ojos y me vi a mí mismo en mitad de mi pesadilla, buscando desesperadamente a Felicia por el jardín, con Tear cerrándome el paso pidiéndome audiencia: "quiero hablar contigo" "si te interesa ven a la azotea la próxima hora" "esas fotos... las tomé yo mismo" esas frases se repetían en mi cabeza como flashes con un sentido oculto y peligroso, una y otra y otra vez él aparecía con una de esas frases a mi encuentro. Entonces me encontraba con la señorita Comte y con una dulce sonrisa me decía "lo he conseguido..." con el tono siniestro que habia usado Tear, yo corría y corría, olvidaba a Felicia y solo podia sentir unos pinchazos en el apéndice que acabaron por despertarme. Al abrir de nuevo los ojos, la cama seguía empapada en frío, opté por despegarme de ella. Caí más que salí y me senté en el suelo, espalda contra somier y cabeza sobre sábana arrugada. Mi cráneo seguía pesando y mi cara se tambaleaba exhausta de un hombro a otro. No sentia los pinchazos del sueño sólo un tremendo malestar general que casi me cerraba los ojos. Mis ojos escrutaron mi escritorio, mi estanteria y de allí, la puerta cobriza de mi cuarto y el paraguas... tendido en el suelo... "Lo he conseguido" repitió mi cabeza. Me levanté con súbito intentando apartar aquellos pensamientos, como si fuesen el origen indiscutoble de aquel estado de malestar. Con el brusco movimiento sangre en mi cabeza bajó hasta mis pies y mis ojos vieron el negro por un momento. Puse mis manos en el aire para no perder el equilibrio. Mis piernas temblaban bajo mi tronco. Avancé a tientas hasta el baño, apoye mis manos en el lavabo y respiré. Fuerte y con la boca, a grandes bocanadas, sentí que era la primera vez aquella mañana que respiraba. Abrí el grifo puse el cuenco de mis manos debajo del chorro y me lo tiré a la cara. Otra vez, luego una tercera. Mis ojos ya veían y mi boca, antes masticante de mucosa, había recuperado una leve humedad agradable. Pero mi cabeza seguía pesando. Me senté en la taza del váter cuando mis tripas se unieron con la percusion de los pinchazos anteriores al concierto de mi malestar matutino. No conseguí despegarme de allí hasta media hora después, sin sentirme mejor y con la horrible sensación de que aun no había acabado. Alcancé un termómetro de un cajón del lavabo y me lo puse bajo mi brazo después de quitarme la camiseta del pijama y secarme el sudor. "Treinta y seis con seis" marcó tras unos minutos. Era la segunda vez que veía esas cifras aquella mañana, y ninguna de las veces me había gustado. Si hubiera tenido fiebre no habría tenido que ir a clase, pero no tenía forma de justificar mi malestar. Probablemente no acudiría una enfermera hasta las once y, si para entonces había recuperado el color de mi cara y mis tripas se habían recompuesto, me castigarían por trolero y por la falta de asistencia. Era un chico poco problemático, de verdad que no me gustaba meterme el líos, no recordaba cual fue la última vez que mis padres tuvieron motivos para preocuparse de mí. Cogí una pastilla de una caja de cartón tras el espejó, me la tragué con agua del grifo, me quité el pantalón que se me pegaba como una segunda piel al cuerpo me metí bajo la ducha. Agua caliente, muy caliente, golpeaba mi espalda. Puse mi pelo corto bajo el agua, mucho tiempo; luego mi cara. Permanecí así otro buen rato.

Poco a poco me fui encontrando mejor, mi cráneo recupero su peso aunque no dejaba de bailarme la vista. Entre la puerta entreabierta del baño alcancé a ver mi ordenador portátil recordé el libro de ilustraciones, esta vez sin que me remitiera a mi siniestro sueño, me pregunté si quizá estaba a la venta, si podía conseguir algún ejemplar... decidí investigarlo después de clase, a las cinco. Esperaba encontrarme algo mejor conforme fuera pasando el día. Mis tripas seguían revueltas, y el sueño se apoderaba de mí.

Volví al cuarto con ayuda de mi sentido del deber y abrí el armario. Cogí una camisa limpia y fresca. La aireé por la ventana y me la puse. Siete botones desde el cuello. A continuación ropa interior. Blanca, lisa, bien planchada, doblada y guardada en un cajón. Pantalones grises con la camisa por dentro, con precaución de que no se arrugara en la cintura. Corbata azul oscura bien ceñida y Jersey de pico de algodón del mismo color con el logo de la institución en un lado del pecho. Calcetines azul marino bajo zapatos con cordones. Permitían los zapatos sin cordones, muchos los llevaban por ahorrarse el esfuerzo, pero yo los prefería así. Atarlos me relajaba siempre. Cuando me arrodillaba para hacer el nudo era como hacer una promesa para afrontar el nuevo día, al igual que un caballero jura lealtad a su rey. Mi padre siempre me decía que los hombres no eludían sus responsabilidades, que cargaban con el peso del mundo con el fin de hacérselo más ligero a los otros, los cordones eran como uno de los deberes que el hombre puede eludir, y yo prefería no hacerlo, una vida sin trabajo esfuerzo y sacrificio es una vida supérflua e indeseable. Así me habían educado.
Mi madre siempre me decía que sabía hacer a la perfección un nudo de zapatos antes incluso de aprender a andar. Exageraba, pero lo cierto es que ni en mis recuerdos más infantiles era capaz de recordar a alguien ayudándome a atarlos. Mientras me ataba el cordón un rayo de luz que se colaba por la puerta del baño me cegó el ojo izquierdo. Cerré los ojos. De pronto me vino un flash a la mente: cuando volví a abrirlos era un día de verano, de hacía mucho tiempo. Yo apenas sabía pronunciar mi nombre con fluidez, estaba sentado en un escalón que conducía a la terraza de la casa donde pasaba con mi familia los meses de verano. Mis zapatos estaban atados pero hacia calor y me los quería quitar. Mi padre estaba frente a mí, arrodillado. Sonreía. El llevaba las mismas bermudas que yo, cada uno en su respectiva talla. Yo le miraba con lágrimas en los ojos. No recuerdo porque lloraba. Él probablemente trataba de consolarme. Recuerdo su pelo rubio canoso con una barba muy bien recortada. El pelo siempre lo llevaba engominado hacia detrás, siempre le podía ver la cara, y su cara siempre sonreía. Lo echaba de menos.

Abrí los ojos y vi el paraguas... Tendido en el suelo, inherte... Acto seguido, con una arcada y punzante dolor craneal, vomité hasta mi primera papilla. Era toda prueba que necesitaba de mi enfermedad. Me mandaron a mi casa temerosos de que un virus se estuviera propagando por la academia. Al parecer, había otros casos como el mío, pero solo en la sección femenina. Se especulaba algo sobre una máquina de café....




Llegué a las tres del mediodía sin haber comido. Con escalofríos y un abrigo haciéndome sudar desde el cuello hasta las pantorrillas. Viajé en el coche negro de mi familia, grande y espacioso, muy elegante y robusto. Casi a juego con nuestro apellido. Robert once años mayor que yo trabajaba como chófer de mi madre.
Intentó conversar pero pronto desistió, siempre era muy jovial y alegre, muchas veces impertinente, esta vez respetó el silencio que, de forma muda, pedía mi estado. Los ricos sentimos una extraña debilidad por la sobriedad y la corrección pero los pobres en cambio... ¿Qué les importan las formas a los pobres?
Me preguntó un par de veces durante el trayecto si me encontraba bien o si quería que fuera más despacio. Yo me limitaba todo el tiempo a negar con la cabeza. A mi madre le gustaba su alegría de los días comunes y corrientes, siempre pensé que ella hubiese sido más feliz naciendo pobre. Su comunión con la responsabilidad y el deber siempre me pareció en ella una fachada demasiado desmaquillada. Salió a recibirme a la puerta del gran edificio. Me besó la frente tres veces. y me hundió en un fuerte abrazo.
-Menos mal que has caído enfermo, no te veía desde hacia un mes y medio, me iba a volver loca, si no te tenía otra vez de vuelta pronto. -Bromeó-
Yo me encontraba demasiado mal como para resistirme a sus muestras tan efusivas de afecto, me resultaban embarazosas y más aun en público. Llevaba puestos unos zapatos con poco tacón -ya era suficientemente alta de todos modos- y un vestido monocromo azul poco ostentoso sin mangas que bajaba desde el cuello hasta las rodillas. Sobre sus hombros se había dejado caer un abrigo veis tostado con plumones que rodeaban el cuello pero que, al llevarlo abierto sólo cubrian los hombros. El vestíbulo de la entrada del edificio era grande y hasta con calefacción hacia frío. El aspecto de mi madre seguía como siempre. Castaña caoba, de facciones marcadas, la notaba quizá más delgada, tenía un horrible régimen alimenticio de comer porquerias precocinadas cuando no comia en casa, que era casi siempre. No era demasiado mayor, aun menstruaba y seguiría haciéndolo al menos una década más. Parecia algo fatigada de la monotonia que era su vida. Quizá le faltara volver a tener un bebé. Quizá yo pensaba demasiado... Su figura aun era robusta, sus vientre plano y sus pechos firmes. Siempre tuvo una figura esbelta. Me sonreía mientras me acompañaba hacia el ascensor cogiéndome del hombro. En aquel momento, de camino al ascensor me pregunté y no comprendí porque no había vuelto a casarse.

El edificio era muy grande y circular, con grandes ventanales. En cada nivel había tres hogares (o simplemente casas según la familia un espacio así merecia un nombrebu otro), menos en el último, el onceavo piso, en el once se unían las tres casas para albergar a una sola familia, la mía. Mi casa no sabía si merecía ese título o el de hogar, qué más daba, aunque casi nadie pasase tiempo en aquel alto ático, mi familia se amaba desde sus respectivos lugares de descanso. La casa tenía el techo muy alto así como las puertas y los muebles. Cuando llegué me parecieron más pequeños que la última vez, siempre me parecían más pequeños. Llegué a la cocina y Rebeca, la niñera me hizo algo de comer, algo ligero, olvidé que había sido tres días después, no fue una comida que cambiara mi vida. A Rebeca la seguíamos llamando niñera aunque hacia años que había dejado de necesitar una. Criada suena muy políticamente incorrecto en este mundo desarrollado aunque en el fondo era algo así. Soltera y con sus padres fallecidos, la nuestra era su única familia. Los domingos visitaba a su hermana y sus sobrinos. No sé exactamente que relación era la que tenía con ellos. Supongo que en el fondo a ella le habría gustado tener también su propia familia, supongo que quizá ella necesitara un hijo más que mi madre... quizá volvía a pensar demasiado.
Después de comer fui a mi cuarto. Todo era tan frío y lejano, mi mesa, mi cama, había estado allí miles de veces, pasé mi infancia en aquella habitación pero hacía tanto tiempo que no permanecía allí. Debería sentirme en el centro de mi hogar, sin embargo no era así. Era un cuarto vacío, demasiado bien ordenado en realidad; frío y oscuro, aun no había encendido la luz, la poca iluminación venía de un sol opaco tras grandes nubarrones que atravesaba el ventanal, un ventanal alto y ancho, como todo mi cuarto, como toda mi casa. Lo peor era el frío, la soledad que se respiraba. Me tumbé en la cama. Fría, la sengunda cama fría donde yacía hoy, pero ésta era fría de otra forma. Saqué una manta de un cajón y me la tiré por encima para no deshacerla. Yo y mi cuarto parecíamos un matrimonio infeliz cuyos amantes tras años de falta de comunicación han acabado olvidandose y volviendose extraños entre sí.
Saqué mi teléfono móvil y entre en mi correo electrónico, busqué el mensaje de Tear que me envió hacia algo más de un mes. Me dormí con la vista fija en una de las fotos de Anna. La temperatura de la cama y todo lo demás dejó de importarme.